Si algo me enseñaron mis papás desde que yo era pequeño, es que soy un niño especial. Además de eso, otro de los aprendizajes que obtuve de ellos fue el nunca dejar sobras en mi plato de comida. Hasta el último granito de arroz tenía que ser comido para que ellos me dejaran levantarme de la mesa.

Desafortunadamente no todos tenemos esa costumbre y el desperdicio de comida es uno de los problemas más grandes de este planeta. Tanto así que algunos restauranteros del mundo han comenzado a hacer algo al respecto.

“La comida es tan rica que no tiene desperdicio… bueno, sí tiene :(”

La realidad es que mucha comida se desperdicia en el mundo… ¡muchísima! De acuerdo a las Naciones Unidas, un tercio de la comida producida en el mundo termina en la basura sin siquiera haber sido probada. ¿Saben lo que podríamos hacer con ese comida (además, claro, de una gran fiesta)? De entrada alimentar a la gente que no tiene nada que comer.

Además, en términos monetarios, tal cantidad de desperdicio se traduce en un gasto de cientos de miles de millones de dólares. ¿Se imaginan qué podríamos hacer con ese dinero (además, claro, de una gran fiesta)?

Es por todo esto, que algunos restaurantes alrededor del mundo han buscado cómo hacerle para atacar esta situación. Su primera opción era contratar a mis papás para que anduvieran por todo el mundo regañando gente, pero encontraron una forma más simple (y que probablemente le duele más al cliente), atacar sus bolsillos. Los restaurantes le cobran a los comensales una tarifa extra por no terminarse su comida.

“¡Y te lo acabas todito!”

Se busca evitar el desperdicio de alimentos en restaurantes.

Uno de los lugares donde más se desperdicia comida es en los restaurantes tipo buffet. De alguna manera la libertad que nos dan para servirnos lo que sea, nos hace pensar que podemos comer como trogloditas. Lo que suele pasar es que llegado el cuarto plato servido a tope nos damos cuenta que no lo vamos a lograr.

Un buffet por allá en Losone, Suiza (país donde todo es mejor), cobra un cargo de cinco francos por dejar sobras en el plato (para serles franco no sé cuánto sea… no, sí sé, son cerca de cinco dólares). En Londres, un buffet chino cobra 32 centavos extra por cada plato con comida dejada.

“¿Quedamos satisfechos?”

Esta medida se ha implementado en muy pocos lugares y quizá tendríamos que esperar y ver si realmente funciona. Normalmente un “castigo” monetario suele doler, pero y qué tal que la comida que dejé es porque simplemente no me gustó.

En Washington, D.C. comenzaron a cobrar un extra de cinco centavos por usar bolsas de plástico en el supermercado. Esto fue pensado para ayudar al ambiente y erradicar el uso de plásticos. Un estudio de 2009 reveló que esta disposición no ha generado los resultados esperados y las bolsas siguen utilizándose de manera frecuente.

Quizá lo que necesitamos es un trabajo en conjunto. Aunado a ese cargo extra, los restaurantes tendrían que encontrar la forma de no generar tanta comida cuyo potencial destino es un bote de basura. De igual forma el comensal tendría que tener conciencia y comer sólo lo justo y necesario… o ya de plano quizá la solución sea no dejar que los comensales se levanten de la mesa hasta que se terminen toda su comida.