La cúrcuma es uno de los condimentos de moda en el mundo que se está abriendo camino en las cocinas de América Latina.
En algunos países de la región, como Perú y Bolivia, le llaman palillo; en Colombia azafrán de raíz, en Cuba yuquilla y en Puerto Rico jenjibrillo, por citar algunos nombres.
Pero ahora millones de personas en el planeta, más que conocer a la cúrcuma como uno de los ingredientes principales de la salsa curry, la agregan a cuanta comida pueden, e incluso a bebidas como el té.
La razón: hay quienes sostienen con gran convencimiento que tiene grandes beneficios para la salud, como curar alergias e incluso depresiones.
Son afirmaciones fuertes, arriesgadas.
¿Acaso es la cúrcuma otro de tantos alimentos de moda en los que la gente deposita las esperanzas de una vida saludable?
O en otras palabras: ¿vive este condimento sólo sus 15 minutos de fama injustificada?
La cúrcuma tiene 200 diferentes tipos de compuestos siendo uno de ellos el curcumin, que le da su clásico color entre amarillo y anaranjado.
Existen decenas de investigaciones científicas en torno de las propiedades benéficas de este compuesto. Sin embargo, hasta ahora la gran mayoría de los estudios se han desarrollado en ratones.
El programa de televisión de la BBC “Trust Me, I am a doctor” (“Confía en mí, soy médico”) convocó a especialistas de Reino Unido y reclutó a 100 voluntarios para poner a prueba las propiedades del palillo.
Los participantes fueron divididos en tres grupos.
El primero comió una cucharada de cúrcuma cada día mezclada con su comida.
Un segundo grupo tomó una cápsula con la misma cantidad del condimento.
El tercero ingirió un placebo, o en otras palabras, una pastilla con un componente inocuo.
Pasadas tres semanas, el profesor Martin Widschwendter del University Collegede Londres, tomó muestras de sangre de todos los integrantes y descubrió algo asombroso.
Primero, y como era de esperarse, quienes recibieron placebo no mostraron cambio alguno.
El grupo que tomó la cápsula de cúrcuma tampoco exhibió alteración alguna.
Sin embargo, aquellos que agregaron el ingredientes a sus comidas mostraron cambios sustanciales.
“Fue emocionante. Hallamos alteraciones positivas en un gen específico que tiene relación con tres enfermedades: depresión, asma y cáncer“, explicó Widschwendter.
¿Y por qué los cambios sólo en quienes mezclaban la cúrcuma con la comida?
Pues por lo visto, la forma en que es consumida varía las propiedades de esta especie.
“Es probable que al agregar grasas o al calentarla, los compuestos se tornaran más solubles, lo que hizo que se absorbieran con más facilidad”, explica la doctora Kirsten Brandt, profesora de la Universidad de Newcastle, en Reino Unido.
Pese a la incertidumbre sobre este proceso, para Brandt no hay duda de que la cúrcuma es la responsable de los efectos beneficiosos.
Por supuesto, es necesario realizar más estudios para confirmar estos resultados, pero el comienzo parece auspicioso para el condimento de moda.
Así que ya sea en un pollo al curry, un ají de gallina en Perú, un sancocho de pargo colombiano o espolvoreado sobre unos tacos al pastor mexicanos, la cúrcuma parece haberse ganado, al menos por ahora, una invitación al frente de la estantería, ahí donde están los condimentos que protagonizan los sabores de la gastronomía latinoamericana.