El mole es un invitado que nunca falta en las mesas oaxaqueñas cuando hay una fiesta. La complejidad y maravilla de su elaboración se basa en los ingredientes, pero también en la sazón de la cocinera que lo prepara, dice Abigail Mendoza, embajadora de la cocina de Oaxaca y una mujer que ha entregado su vida a la preservación y promoción de la cultura de su estado por medio de sus tradiciones gastronómicas ancestrales y los productos autóctonos de su tierra.
“Se cocina en las fiestas del santo patrono del pueblo, en las bodas, en un cumpleaños; no se come cualquier día. Cuando tienes fiesta en tu casa tienes que invitar a la persona que lo sabe hacer”. Así dice Abigail, quien nos comparte algunos de sus secretos para preparar un buen mole.
Mendoza guisa desde que tenía cinco años, pero fue hasta la edad adulta que con ayuda de su familia se animó a crear Tlamanalli, restaurante ubicado en su natal Teotitlán del Valle, Oaxaca, que en 1993 fue considerado por el diario The New York Times como uno de los 10 mejores del mundo.
En 2015, Abigail fue nombrada una de las embajadoras de la iniciativa Discovery Celebrando México, una campaña para visibilizar a los personajes e historias más sobresalientes de nuestro país.
Aunque Oaxaca es famoso por sus “siete moles” porque son los más conocidos –rojo, amarillo, verde, chichilo, negro y manchamantel-, en realidad tiene más de 200, de acuerdo con la investigadora Diana Kennedy, cuenta Abigail Mendoza
“En el Valle Central de Oaxaca, específicamente en Teotitlán del Valle, el mole que más se prepara es el zapoteco o de Castilla porque es el único pueblo que lo hace. Está elaborado a base de trigo, chile chilcostle (que en náhuatl quiere decir ‘chile amarillo’) y chile ancho.
El chilcostle es endémico de Oaxaca pero ahorita ya no hay quien lo siembre, por eso está escaseando. Un kilo puede valer hasta 600 pesos, por eso optamos por sustituirlo por el guajillo, que abunda, y cuyo precio es más accesible”, señala.
Las recetas las aprendió de una de sus tías, quien fue la cocinera del pueblo, hizo todos los tipos de mole e iba a la casa de las personas a prepararlo. Conforme a su experiencia fue adaptando las recetas y modificando las cantidades, pero siempre con los mismos ingredientes.
“El mole no se hizo para dar problemas, se hizo para satisfacer el paladar, para que las personas lo disfruten”, dice Abigail Mendoza
Para empezar a prepararlo, “primero debes preparar los chiles: desvenarlos y guardar las semillas aparte. Después, tostarlos en un comal de barro a fuego lento, hay que dorarlos, no quemarlos. El mole al final debe ser de color rojo ocre. Las semillas se doran aparte. Esto hay que hacerlo con una semana de anticipación para que a los chiles se les quite el olor a humo”, explica.
Un paso muy importante que se ha perdido con el paso de los años es el uso del metate. “Ahora las chicas ya no quieren molerlo en el metate. En una licuadora cambia el sabor, cuando se tiene la sensibilidad lo puedes captar.
A veces no lo distingues porque se ve igual, pero el sabor es totalmente diferente porque al molerlo lentamente en el metate no quemas los sabores”, dice Abigail.
Otro factor determinante es el estado de los ingredientes. De ser posible siempre es preferible utilizar orégano criollo y tomillo fresco. El ajo hay que dorarlo en ceniza caliente, después quitarle la piel y molerlo con las especias, clavos y pimienta hasta lograr una pasta.
La mejor carne, nos dice Abigail Mendoza, es la que está pegada al hueso. “Se puede usar carne de puerco, de guajolote y gallina. Para el mole amarillo, se usa tanto pollo como res. Hay moles que como su nombre lo indica llevan otro tipo, como el mole de conejo o de venado o mole con hongos silvestres.
“Tienes que usar la parte de la cadera de la res, la colita o el pecho, también la carne con el hueso. En la ciudad compras pura carne, pero aquí en mi pueblo ya saben cómo va”, afirma.
¿Barro o metal? Para un buen mole lo mejor, al contrario de lo que se podría pensar, es la olla de peltre, comenta Abigail “porque eso no absorbe ni se queda con los sabores de la comida, respeta más el sabor natural de los ingredientes que traen los moles”.
Hay ocasiones en que el mole negro no se disfruta porque el tiempo de cocción de los ingredientes a veces no es el correcto. Si el sabor es muy amargo es porque el mole es puro chile o no lo hacen en porciones equitativas, explica Abigail Mendoza
“Depende mucho de la cocinera. Puedes usar grasa de pollo, manteca o aceite, pero lo tradicional es la manteca, pero hay que tener una porción adecuada; debes pensar en la salud de las personas, qué vas a dar de comer, eso cuenta mucho, qué tan rico está.
Si les hizo daño, a lo mejor a la cocinera se le pasó la mano de algo, la manteca, la grasa; ahí es donde hay la diferencia, es que esto no sé porque no me gustó, no les agradó, pero es por falta de concentración en el momento que lo estás cocinando, no puedes distraerte, es tu cocina”, finaliza.
Te compartimos la receta del mole negro, tomada del libro Dishdaa’w. La palabra se entreteje en la comida infinita. La vida de Abigail Mendoza Ruiz, escrito por Concepción Silva Núñez Miranda, con autorización de la cocinera Abigail Mendoza.