El Valle de Guadalupe alberga un lugar muy especial, una pequeña terraza entre viñedos y olivos. Su nombre es Silvestre, un restaurante temporal que abre sus puertas únicamente cuatro meses al año, de junio a septiembre si el clima lo permite.
En Silvestre no hay gas, ni luz, en este asador todo se debe hacer a la vieja usanza, a la luz de las velas y con el calor del fuego. Este verano serán 10 años desde su apertura.
El menú es una compilación de las recetas familiares de los chefs Benito y Solange, propietarios también del restaurante Manzanilla, catalogado dentro de los Mejores 50 Restaurantes de América Latina. No es difícil imaginar que reinan los sabores de casa y que dependen, en gran medida, de la disponibilidad de los productos y el dominio del fuego.
El pollo a las brasas acompañado de papas, la arracherra, la pesca del día con verduras asadas y las tostadas de pata o pescado ahumado, son algunos de los platos más pedidos en Silvestre. Por supuesto, no faltan los frijoles, las tortillas y las buenas salsas.
No hay mejor maridaje que los vinos de la región, por ello, las únicas etiquetas presentes son las creadas en el Valle de Guadalupe, muchas veces de viñedos vecinos o muy cercanos. El Clandestino, El Caña de los Encinos y el Espumoso de Piedra son de los consentidos.
Llegar a este lugar no es asunto fácil. Perderse es sencillo, aquí llega quien tiene que llegar. Hay que tomar carretera y seguir indicaciones complejas, prestar atención al camino y no pasarse, pero la comida y la vista, valen totalmente la pena.
Silvestre abre únicamente sábados y domingos, y con tan solo cinco mesas -que alcanzan muy bien para 10 personas cada una-, es importante reservar. De no hacerlo, habrá que esperar a que se desocupe un espacio, con una copa de zinfandel en mano.
Dirección: Km 73.6 de la carretera Ensenada-Tecate, a un lado de Domecq