Hay dietas necesarias, aconsejables, sanas, obligadas, desacertadas y otras francamente desconcertantes.
Y, aunque a veces hasta nos pueden provocar risa, bien es -o debería ya ser- sabido que no es chiste: la omnipresencia de imágenes de cuerpos “ideales”, el diluvio de consejos para alcanzarlos y las estrategias de una industria que se vale de nuestras inseguridades cobran víctimas.
Los doctores y nutricionistas se cansan de explicar que la fórmula mágica es llevar una dieta balanceada, sin excesos y mantenerse activo.
Pero insistimos en continuar intentando perder peso con dietas de última moda y hasta con algunas históricas, como la del vinagre, que popularizó el poeta del siglo XIX Lord Byron.
BBC Mundo recopiló cinco que sorprenden.
La toronja o pomelo ha sido protagonista de dietas tradicionales y modernas.
Desde los años 30 era la favorita de estrellas de Hollywood de la talla de Marilyn Monroe, y por ende de varias generaciones de mujeres durante los años 70.
La idea es que si te comes una toronja antes de cada comida, ésta estimula el metabolismo gracias a que contiene una enzima que quema la grasa.
En este caso no hay peligro: esta fruta, que apareció espontáneamente en el siglo XVII en las plantaciones del Caribe, tiene un alto contenido de vitamina C y es baja en calorías.
Así que quien seguía esta dieta, aunque quizás no perdiera peso, probablemente se beneficiaba, algo que es más difícil de afirmar en el caso de la dieta del aceite de toronja.
Se trata de oler el mencionado aceite con la esperanza de que su aroma dispare enzimas que eliminan la grasa y desintoxican. Además, se asegura que es un fuerte inhibidor del apetito.
Lo que no pudimos encontrar fue ningún estudio científico que la respalde.
Sí, no leíste mal.
De hecho, se inspira en el respiracionismo, aerivoro o inedia, la creencia hindú de que los seres humanos pueden sobrevivir sin alimentos líquidos ni sólidos, pues el aire aspirado contiene la fuerza vital necesaria.
La versión más moderna no sólo tiene pedigrí místico sino también francés, pues salió de Francia con el nombre de L’Air Fooding y también es conocida como“comer de mentira” o “comer virtualmente”.
Para seguir este régimen se supone que la persona se sienta frente a un plato de comida, levanta un pedazo de cualquier delicia con un tenedor y se lo pone en la boca, pero no lo suelta ni se lo come.
Lo único que se puede consumir para subsistir es agua y sopa de sal.
Hay quienes la llaman “la dieta que le pondrá fin a todas las dietas”, con ironía y señalan que asegura la pérdida de peso, pero niega la posibilidad de existir.
Hay otros que son más directos: el resultado de seguir esta dieta es desnutrición y muerte.
Esta fue ideada por un gastroenterólogo con una fuerte afición por el helado y algunos kilos de más, llamado Brian Weiner.
Según cuenta en su sitio web, al pasar de helados de crema a los de agua, se preguntó un día cuántas calorías tenían.
Fue su momento “eureka”: se dio cuenta de que las calorías que aparecían en los paquetes no tenía en cuenta las que se queman al comer algo congelado.
Su plan “explota ese error de cálculo”. Al ingerir “cantidades clínicamente significativas de hielo, el cuerpo tiene que quemar energía para calentarlo”, de manera que la dieta funciona “aumentando el metabolismo basal”.
Weiner asegura que comer un litro de hielo puede quemar hasta 160 calorías extra, y al hacerlo todos los días, se pierde una libra de peso al mes.
Expertos que han revisado esta idea señalan que:
No obstante, señalan que al menos no se trata de comer sólo hielo, que quizás te ayude a tomar más agua y a evitar comer mucho pues a veces confundimos la sed con el hambre.
Las reglas no están claras. Una versión llama a comer 14 frascos de papilla al día y una cena real.
Eres libre de escoger sabores y colores. Funciona porque es una forma fácil de controlar las porciones: no sólo los envases son pequeños sino que son tan insulsas que muchos no pasan de comer dos cucharadas.
Además, el rango de calorías va de 20 a 100 por porción.
El problema es que…
Quizás vale la pena seguir el consejo de la Academia de Nutrición y Dietética de Estados Unidos y preguntarnos, antes de embarcarnos en un régimen, “¿me puedo imaginar comiendo así toda la vida?”.
Si la respuesta es “no”, la que estás considerando es una “dieta yoyo” o de moda pasajera.
Fue creada por el excompañero de Lady Gaga, el roquero Luc Carl, quien publicó un libro con ese nombre tras perder 20 kilos sin tener que dejar de tomar sus bebidas predilectas: cerveza y whisky.
En este caso, el título del libro puede dar la idea equivocada.
Carl no dicta qué debes hacer, sino que comparte los consejos que más le ayudaron y asegura que el truco es conocer el funcionamiento de tu cuerpo, hacer ejercicio y cambiar los hábitos alimenticios.
Consejos clásicos sólo que al final del día puedes brindar por tu éxito, algo que la gran mayoría de las dietas prohíben.
¿Por qué?
Curiosamente, la principal razón para conectar el alcohol con el alza de pesoes la pérdida de autocontrol.
Cuando tomas, tu fuerza de voluntad flaquea y eres más dado a comer en exceso. Y si te obligas a no comer para evitar engordar, el trago te hará más efecto y quizás daño.