La idea de de fabricar los primeros cubiertos comestibles del mundo vino del cielo. Literalmente.
Inspiración nº 1
La azafata sirve el almuerzo con sus correspondientes cubiertos de plástico. La mayoría de los pasajeros de ese vuelo doméstico en India, como hacen a diario millones de pasajeros en cualquier parte del mundo, rasgan la bolsita, cogen cuchillo y tenedor y comienzan a masticar. Salvo dos de ellos, que prefieren usar las galletitas saladas incluidas en el menú para llevarse la comida a la boca. Narayana Peesapaty, graduado en Químicas por la Universidad de Osmania, MBA del Instituto Indio de Gestión Forestal de Bhopal, experto en agroindustria, va en ese avión. Y se queda observando a ese par de notas discordantes.
Inspiración nº2
A Narayana le ponen roti (pan empleado en la cocina india) de sorgo a la mesa, y su textura es tan dura que ha de remojarlo en el caldo de las lentejas para ablandarlo un poco y poder hincarle el diente.
Galletas a modo de cuchara. Tortitas resistentes. Clic. «¿Por qué no comercializar una cuchara orgánica, comestible, que reemplace a tanto plástico?», recuerda que se preguntó.
En 2011, Narayana funda Bakeys, con sede en Hyderabad, India, que se presenta como el primer fabricante de cubiertos comestibles del mundo. Por ahora solo manufactura cucharas de almuerzo, con tres tipos de harina: de arroz, de trigo y de sorgo. «En textura son muy similares a la típica galleta que se les da a los niños para que mastiquen cuando les están saliendo los dientes», compara. «Hay un montón de alimentos más difíciles de comer que estas cucharas», responde cuando se le pregunta por la posibilidad de quedarse sin alguna muela intentado morderlas.
Aunque la realidad es que sí han de ser lo suficientemente compactas como para no degradarse cuando se mojan. Es uno de los motivos para usar sorgo como ingrediente básico. El otro es que requiere «menos nutrientes y agua que otros cultivos biodegradables como la caña de azúcar o el maíz», según expone Narayana, que tiene un discurso marcadamente ecologista. «Solo en Estados Unidos se usan alrededor de 40 billones de utensilios de plástico al año; en el mundo esa cifra puede multiplicarse por 16. Y la mayoría solo se utilizan una vez y son descartados», calcula. Su objetivo a medio y largo plazo, según repite una y otra vez, es sustituirlos, a ellos y a los palillo de bambú.
Por lo pronto, sus cucharas son «perfectas para helados, yogures y una amplia variedad de sopas», enumera. «Están deliciosas pero, si no se consumen, se degradan en el medio ambiente, sin requerimientos específicos, en unos 10 días, o terminan alimentando a algún animal, como ocurriría con una galleta cualquiera», describe.
Por ahora solo se comercializan en India, a consumidores concienciados. «Poco a poco estamos recibiendo llamadas de heladerías y restaurantes interesados», enfatiza su creador.
Bakeys ha iniciado una campaña de crowdfunding en Kickstarter para poder fabricar tres millones de cucharas (lo que reduciría los costes y bajaría su precio en el mercado) y comenzar a investigar en tenedores y palillos.
«Estamos trabajando para expandir nuestra idea por todo el mundo», proclama Narayana. De hecho, a través de Kickstarter es posible hacerse con paquetes de 10 cucharas (a 10 dólares) desde cualquier parte del planeta. La campaña, que termina en menos de una semana, lleva recaudados más de 227.000 dólares, más de 10 veces lo previsto inicialmente.