¿Cuál es la bebida cuyo consumo ha crecido de manera constante en Estados Unidos en los últimos 20 años? El vino. Mucho escuchamos del auge de las producciones californianas y el reinado del “Cab” -como los estadounidenses denominan al Cabernet Sauvignon-, preferido entre los tintos para ellos.
Es claro que los precios de los vinos estadounidenses han alcanzado cifras increíbles, compitiendo con los europeos -y a veces ganando en precio y calidad-. Aquella idea del americano bebiendo cerveza solamente es hoy una preconcepción equivocada. Beben mucho, mucho vino.
Clasificaciones de vinos en Estados Unidos hay muchas: por contenido alcohólico, por tipo de impuestos a los que son sometidos, por el origen de la uva y hasta por el precio. Y porque es precisamente este país norteamericano un enorme consumidor en el mercado del vino, comencemos analizando los vinos por su precio.
Más del 50% del vino vendido en Estados Unidos cuesta menos de siete dólares la botella.
Los estadounidenses consumen casi 900 millones de galones de vino por año, cifras que ha dado a conocer el gobierno, y que se refieren tanto a vino nacional como a importado, lo que convierte a Estados Unidos en el país de mayor consumo de vino en el mundo, incluso arriba de Francia -que, aunque consume más per cápita, tiene una población de 65 millones contra los más de 300 millones de americanos-.
En el 2014, el consumo per cápita de los estadounidenses fue de 2.8 galones por año, es decir, casi 12 litros, lo que equivale a unas 15 botellas de vino anualmente. Llama la atención que los estudios del mercado americano indican que el 40% de los estadounidenses consideran al vino como su bebida favorita y consumen al menos una copa semanalmente. Ya es un hábito.
¿Cómo y quiénes producen el vino en Estados Unidos? La cifras en 2015 indican que había más de 10 mil bodegas establecidas, crecimiento que se ha triplicado en los últimos 15 años.
Tres de esas bodegas, las más grandes productoras desde luego, son las que venden en conjunto el 70 % del vino en aquel país: Gallo, The Wine Group y Constellation, empresas que, sumando su venta de cajas anuales, nos llevan a increíbles números de más de 180 millones de cajas de venta año con año. Eso es muchísimo.
Y ¿en comparación con otros países? Empecemos por hablar de superficie de uva plantada en el planeta. España, seguido de Francia e Italia son los países con mayor extensión de agricultura vinícola; después, Turquía, China, Irán y en sexto lugar, Estados Unidos.
Analicemos ahora las cifras comparativas en cuanto a producción de vino. Estados Unidos es el cuarto, después de tres países europeos -Francia, Italia y España-. California es el estado que produce el 90% del vino estadounidense, dato que nos hace imaginar que si California fuera un país sería el cuarto productor de vino en el mundo.
Y para cerrar la pinza, hablemos de los comparativos en consumo de vino en donde, sin duda, Estados Unidos reina. Este país es el máximo consumidor de vino rosado, blanco, tinto y espumoso.
Según datos de la empresa de tendencias y estudios de mercado Nielsen, los estadounidenses prefieren beber vino tinto, con cifras de preferencia y venta de 51%, luego de vino blanco con un 46%, y las cinco varietales más populares son -en este orden- Chardonnay, Cabernet Sauvignon -cepa insignia del tinto californiano-, Pinot Grigio, Merlot y Pinot Noir.
Un estudio realizado por la Universidad de Sonoma, en California, muestra que los estadounidenses compran el vino con mayor frecuencia en las tiendas de vinos y licores cercanas a sus casas, seguido de las tiendas de alimentos y en último lugar en almacenes de autoservicio.
Así las cosas. La tendencia al alza para el consumo de vino en Estados Unidos es muy positiva y se espera que siga creciendo a una tasa pequeña pero constante y muy significativa de alrededor del 2 al 3% por año.
Lo beben en casa, lo beben en tetra pak o en botellas de Opus One de 250 dólares, les ha dado por beberlo espumoso y son casi adictos al blanco y “mantequilloso” -nos encanta- Chardonnay, pero lo cierto es que lo beben.
Efectivamente tienen ventajas históricas en producción, una economía pujante, apoyos y subsidios por parte de sus reguladores, pero se nota a leguas un empuje de la comunidad productora y un deseo creciente del consumidor de saber más, pertenecer mejor. Sin ánimo de sacar una conclusión personal y más bien abriendo a una reflexión del lector, pero algo habría que aprenderles.