México es cuna de un gran número de alimentos que hemos aportado al mundo. Tenemos más de 500 variedades de quelites, nopales, calabacitas, chayotes, raíz del chayote, camote, amaranto, chía y un sinfín de vegetales regionales y endémicos de nuestro país, además de frutas.
A diferencia de otros países, la cocina mexicana tiene una de las agriculturas primigenias en el mundo, con una antigüedad aproximada de siete mil años, siendo los primeros cultivos domesticados el maíz, el chile y el aguacate.
Según investigaciones, los vestigios más antiguos de este “fruto” se han encontrado en la cueva de Coxcatlán, Puebla. Este árbol de la familia de las lauráceas formó parte de la dieta de los pueblos mesoamericanos desde la época de la cultura Olmeca, la cual se desarrolló del 2500 a.C. al 200 d.C.
El aguacate es rico en vitaminas del grupo A, B, C y E, rico en minerales como calcio y potasio y posee 15% de grasas monoinsaturadas, grasas buenas, por lo que fue un alimento que contribuyó en gran parte a una excelente nutrición de nuestros antepasados.
La altura ideal para el cultivo del aguacate va desde los 800 metros sobre el nivel del mar hasta los 2 mil 500 metros y se desarrolla en climas que van de lo cálido a lo frío. Existen variedades de aguacate cuyos árboles pueden rebasar los 25 metros de alto.
En México contamos con una variedad amplia de aguacates criollos, desde el aguacate pequeño y perfumado cuya carnosidad es tan suave como la mantequilla y se puede consumir su cáscara, hasta el aguacate alargado de zonas tropicales, cuya carne es color crema y se llama “chinene”, o “la pagua”, un aguacate de gran tamaño, de sabor ligeramente dulzón y de carne muy cremosa.
El aguacate empieza a dar frutos a los cinco años; el primer año se cosechan aproximadamente 50 aguacates y hay algunas variedades que a los 10 años llegan a dar hasta mil 500 frutos por cosecha. La época de cosecha varía según la altitud; los de tierras más bajas se cosechan entre la primavera y el verano, los de latitud media en el verano y los de tierras altas de otoño a primavera.
La palabra aguacate es de origen náhuatl y se trata de una deformación de “ahuacacuáhuitl”. El náhuatl es aglutinante, por lo tanto el nombre se compone de dos palabras: “ahuacátl” –testículo- y “cuáhuit” –árbol– y se le daba por la forma del fruto y la manera en que pende de la rama.
En las “Cartas de Relación”, documentos epistolares que Hernán Cortés escribió como reportes al emperador Carlos V, el conquistador dejó constancia de la gran cantidad de huertos de aguacate que existían en nuestro territorio.
La medicina herbolaria tenía un nivel de desarrollo muy elevado, así que podríamos decir que era mucho más avanzada que la medicina europea. Por ello, Hernán Cortés le escribió al Rey de España diciendo que no enviara médicos europeos porque la medicina en estas tierras se encontraba sumamente desarrollada y contaban con una gran variedad de plantas medicinales, dentro de las cuales el aguacate se utilizaba para muchos tratamientos.
Contábamos, además, con excelentes médicos que le habían salvado la vida al conquistador, por lo que el Rey Felipe II envió a la Nueva España a su médico de cabecera, Francisco Hernández, y en 1570 lo nombró Protomedicato General de Nuestras Indias, Islas y Tierra Firme del mar océano. En 1572 arribó este médico y estuvo varios años haciendo estudios sobre las plantas medicinales de México, rodeado de sabios indígenas que le indicaban los usos de ellas.
Francisco Hernández, al estudiar las plantas de la Nueva España, le dio una gran importancia al aguacate como un fruto que despertaba los apetitos sexuales, ya que ayudaba a la mayor producción de semen. También hizo mención del hueso molido del fruto, que era muy bueno para evitar los dolores y ayudaba a aliviar las reumas.
Además, escribió que el hueso o semilla era del tamaño del huevo de una paloma y de él se extraía un aceite similar al de las almendras, muy benéfico para sarpullidos y cicatrices, además de que evitaba la caída del cabello. Describió al aguacate como “fruta caliente y de agradable gusto”. Por otro lado, comparó al árbol del aguacate con el limonero y mencionó que tiene flores blancas y amarillas, que es un fruto negro y que su carne es verde oscura.
El aguacate de México pasó a las Islas Canarias y posteriormente los franceses los aclimataron en el jardín botánico de Hamma en Argel. Y así, poco a poco se fue popularizando en todo el mundo, sobre todo en los últimos 30 años.