Porque el tamaño sí importa. En el mundo del vino también hay un montón de preferencias respecto del tamaño de los contenedores del mismo, dicho en otras palabras, el tamaño de la botella. Hoy hablemos de las grandes, de las opulentas y ostentosas, de las que contienen litros y litros de vino -importante saber que el tamaño también influye de manera considerable en la conservación y envejecimiento del vino pues la evolución es más lenta a medida que aumenta el tamaño de la botella-.
Partamos de la base de que no una Magnum, sino una doble Magnum, también conocida en algunas regiones francesas como Jeroboam, es pequeña para la descripción de esta categoría de botellas -1.5 litros, 3 litros respectivamente. Así es, a partir de los tres litros de vino comienzan una serie de historias alrededor del origen de estas botellas, de los promotores de tales formatos y de lo que cada una de estos animales -si se permite la expresión- otorga al vino, a sus bodegas que los embotellan o a los consumidores del mismo.
4.5 litros de líquido, a partir de ello comenzamos, ésta es la botella Rehoboam, una botella con capacidad para agradar a 30 personas y con un equivalente a 6 botellas de vino del tamaño estándar -750 ml-. Este tamaño de la botella es también llamado Jeroboam en la región de Burdeos, lo que genera confusiones pues una botella de Champagne Jeroboam contiene 3 litros, la famosa y que ya mencionábamos doble Magnum.
Roboam, en una mejor traducción al español, rey de Israel, hijo del rey Salomón y el nombre se refiere a “aquél que engrandece al pueblo”, lo que probablemente explica por qué se usa este calificativo para estas botellas de vino de tamaño generoso. Los de 4.5 litros son formatos raros y suelen ser muy limitadas las botellas, quizá sólo en bodegas de alta gama cuyos clientes pueden permitirse el gasto.
Como todas las botellas de vino de gran formato, el vino que hay en ellas se añeja un poco más despacio que como lo haría en una botella más pequeña, y por ello conserva aromas más frescos durante un periodo más largo pues menos oxígeno entra en la botella a través del corcho proporcionalmente respecto al volumen de vino.
Algunos litros más arriba nos encontramos con la, por algunos llamada Imperial y por otros Matusalén, un tamaño de la botella que contiene 6 litros de líquido, suficiente para llenar aproximadamente 40 copas de vino. Imperial, probablemente derivado de la grandeza del imperio francés y lo importante que fue para la época mostrarse poderoso, y Matusalén, rey israelita, el hombre que vivió más tiempo, y quizá por ello el nombre pues efectivamente el tamaño de la botella las hace más longevas.
Escasas de encontrar, siguen en el orden de tamaño y litraje las botellas denominadas Salmanazar, con nueve litros de vino y equivalentes a 12 botellas regulares. Y a partir de ello, el mundo de los formatos de botellas de vino puede ser infinito y completamente proporcional al deseo del vinicultor o de la bodega de mostrarse como grande o bien del coleccionista de tener trofeos en su cava -en mi humilde opinión-.
La botella Baltazar, con 12 litros de vino, la Nabucodonosor -rey de Babilonia-, con 15 litros de líquido, la botella Melchor que puede contener 18 litros de vino y la llamada Melquiades, que contiene nada más y nada menos que 30 litros de vino, equivalente a 40 botellas de las que comúnmente bebemos en la mesa, ediciones extremadamente raras y de dimensiones gigantes.
¿Después?, tamaños inimaginables que corresponden a locuras, concursos y trofeos. Los conocidos Guiness World Records tienen registrada la más grande de las botellas de vino conteniendo la ostentosa cantidad de 3,094 litros y con dimensiones de más de cuatro metros de altura.
El tamaño de las botellas de vino de gran formato sí importa, sí contienen maravillosos caldos y ya sea de colección, con objetivos triunfales o estéticos, es un mero gusto de los golosos.