El tomate de cáscara, tomatillo, miltomate o tomate verde es, sin duda, uno de los componentes principales de la dieta mexicana. ¡Sin él, nuestras maravillosas salsas no serían lo mismo!
Esta planta originaria de nuestro país se produce en casi todo el territorio nacional. Según el Sistema Nacional de Recursos Fitogénicos para la Alimentación y la Agricultura (Sinarefi), el estado que produce y cosecha más tomate es Sinaloa, seguido de Michoacán, Jalisco, Estado de México, Sonora y Puebla.
Además, alrededor del 81% del cultivo es de riego y el resto de temporal, por eso es que el tomate jamás falta en los mercados, ¿te has dado cuenta?
En México, la especie más importante de tomate de cáscara –desde el punto de vista comercial- es la physalis ixocarpa. Sinarefi reporta que existe una gran variabilidad genética en esta especie, de la que se reconocen al menos ocho razas: Silvestre, Milperos, Arandas, Tamazula, Manzano, Rendidora, Salamanca y Puebla.
Aunque el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) reporta que no se sabe si el tomate contiene alguna sustancia particularmente importante, sí aporta carbohidratos, calcio, magnesio, fósforo, sodio, potasio y vitamina C. Además, a nivel medicinal, se emplea para la atención de problemas respiratorios, dolor de amígdalas, tosferina y el alivio de la tos.
Además de las salsas, ¿en qué otras presentaciones consumimos el tomate? En cebiches, cocteles a base de pescados y mariscos, pipianes, moles, caldos, para esponjar los tamales y cocerlo con tequesquite.
Su valor nutricional por cada 100 gramos es de 23 calorías, 5.1 gramos de carbohidratos, 1.2 gramos de proteínas, 4 gramos de azúcares y 0.2 gramos de grasas.
Aquí te dejamos la receta para que sepas hacer unas clásicas enchiladas verdes.
Moler los tomates verdes con el chile, la cebolla, el ajo, el cilantro y el agua. Colar.
Calentar la manteca de cerdo o el aceite de maíz en una cacerola a fuego medio y freír la mezcla de tomates. Mantener a fuego bajo hasta que la salsa quede cocida.
Agregar el caldo o agua necesaria para conseguir la consistencia de una salsa espesa. Sazonar.
Calentar las tortillas. En una sartén, calentar el aceite de maíz. Pasar cada tortilla ligeramente por el aceite y después por la salsa caliente.
Rellenar con un tanto del pollo y enrollar las enchiladas. Cubrirlas con más salsa. Decorar con crema, queso y cebolla.