Las colaciones, snacks, tentempiés o refrigerios son los episodios en los cuales ingerimos algunos alimentos entre las comidas principales, es decir, el desayuno, la comida y la cena.
La maestra en Salud Pública y Promoción de la Salud, Marilú Acosta, explica por qué es importante que nuestro cuerpo reciba alimento cada tres horas.
Antes de nacer, nuestro cuerpo estaba enchufado 24 horas al día a nuestras madres a través del cordón umbilical, el cual provee al bebé de proteínas, minerales, vitaminas y carbohidratos requeridos para el desarrollo, la maduración y el crecimiento.
Después de nacer, comemos de nueve a 12 veces al día –cada dos horas o dos horas y media- y los siguientes meses bebemos leche materna, fórmula o papilla cada tres horas, aproximadamente. En la etapa escolar no perdonamos el lunch en el creo, pero a partir de la secundaria, niveles superiores de educación y el trabajo comer entre comidas se vuelve un tema más complicado.
A pesar de que una lógica inmediata nos diga que si comemos menos –tanto en cantidad como en frecuencia- bajamos de peso, la lógica biológica es diferente: el cuerpo piensa que a mayor comida, menor necesidad de guardar energía en forma de grasa.
Cuando mantenemos la provisión constante de nutrientes a nuestro cuerpo, el cerebro se relaja, piensa que vive en un ambiente de abundancia y deja de preocuparse por los momentos en que le faltará alimento.
La maestra Acosta explica que esto se logra al comer pequeñas cantidades de alimento cada tres horas y concentrar la mayor cantidad de comida en las tres principales.
El refrán “Desayunar como rey, comer como príncipe y cenar como mendigo” es cierto, el orden de abundancia al ingerir nuestros alimentos debe ser de mayor a menor del desayuno a la cena.
La maestra Acosta recomienda un desayuno abundante en proteínas, carbohidratos, minerales, vitaminas y agua para iniciar el día con energía y lucidez mental.
A media mañana podemos consumir más carbohidratos y proteínas (un sándwich como estos, por ejemplo) si nuestra actividad es física, pero si es mental lo recomendable es la grasa, vitaminas y minerales (frutas y verduras), siempre acompañados de agua. Con ello evitaremos los atracones en la comida y el desgaste de nuestro organismo.
Por la tarde, también depende de nuestras actividades, podemos comer como entre comidas una fruta, un pan con mantequilla de maní, barritas de cereales y fruta o rollitos de jamón para llegar a la cena sin hambre, sólo para consumir lo mínimo antes de irnos a dormir.