El açaí —cuyo nombre se pronuncia assaí— es un pequeño fruto redondo, de unos 10 a 14 milímetros de diámetro, de color morado oscuro. Su sabor, una combinación de bayas, chocolate, frambuesa silvestre con un poco de uva, es delicioso.
Desde hace siglos los pobladores de la selva tropical de América del Sur han integrado esta baya a su alimentación, además de utilizarla como medicamento natural para males digestivos y enfermedades de la piel. Sus beneficios y grandes propiedades han extendido su consumo, principalmente en Brasil y ahora, en otros países del mundo.
El açaí, tiene de 15 a 30 veces más antocianinos (antioxidantes) que el vino tinto, posee vitaminas A, B y C que ayudan al sistema inmunológico y previenen el envejecimiento. Gracias a su contenido en Ácidos Grasos Esenciales Omegas 3, 6 y 9, previene enfermedades cardiovasculares.
Además, esta baya contiene 40% de fibra y una alta concentración de hidratos de carbono, proteínas —más que el huevo— y grasas vegetales, por lo que resulta muy buena para personas muy activas y es fácil de asimilar.
Las bayas de açaí son muy apreciadas porque no se pueden consumir directamente, es necesario procesarlas de manera especial para que éstas no pierdan su calidad y mantengan sus propiedades. Además crecen únicamente en estado silvestre en la Euterpe Oleracea, una palmera de las regiones húmedas cercanas a los ríos, en especial del Amazonas.
En México se puede encontrar la pupa de açaí deshidratada y cogelada, en bebidas, batidos, polvo, cápsulas o en barritas y galletas combinada con otros súperalimentos. Good Express y Raw Foodie son algunos de los sitios donde puedes pedirlo y en BIA tienen un bowl de açaí con fresa y granola muy rico.