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Los XV veranos de Manzanilla, la quinceañera más guapa de Ensenada

Por Animal Gourmet

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Los padres se sienten orgullosos, y como saben que Manzanilla lo tiene bien merecido están a punto de tirar la casa por la ventana… de nuevo. Esta fiesta no será igual porque el horno sí está para bollos y el vino se ha multiplicado; los padrinos recorrieron miles de kilómetros para venir a cocinar y los invitados han esperado por meses para ocupar uno de los lugares en la cena que celebra los XV años de esta rica cocina.

La historia es como la cuentan. No es necesario escarbar demasiado en la currícula de esta pareja de chefs que desde que decidieron maridar sus experiencias y vidas forjaron uno de los nombres más respetados en la cocina latinoamericana.

El primer hervor

A mediados de los noventa, Benito Molina regresó a México tras un entrenamiento en cocinas bostonianas y francesas mientras que Solange volvió a su natal Cuernavaca después de estudiar en Carolina del Norte.

En aquellos días la “nueva cocina mexicana” era un término de poco uso y carente de sentido práctico. En pocas ciudades existían propuestas sólidas dispuestas a ejercer una nueva forma de restauración y distanciarse de los modelos clásicos que reinaban en la escena culinaria. El centro y sur del país concentraban la mayor parte de los restaurantes afamados y de los platillos típicos del recetario nacional. Por esas razones era difícil imaginar que en Ensenada se pudiera generar una propuesta que, al cabo de unos años, contribuiría de manera categórica a la expansión de la gastronomía mexicana.

Benito llegó al puerto con un carácter indomable bajo la filipina. Puso sus cuchillos al servicio de Hugo D’Acosta en la cocina de la Embotelladora Vieja y no tardó en aclimatarse y reconocer el potencial del producto de la región. Al cabo de cuatro de años invitó a Solange a trabajar a su lado en esta tierra que había probado tener todo lo necesario para ejercer su ideal de cocina. Al poco tiempo ambos se dieron cuenta de que sus coincidencias rebasaban los límites de la cocina e iniciaron su relación como pareja.

Al poco tiempo ambos se dieron cuenta de que sus coincidencias rebasaban los límites de la cocina e iniciaron su relación como pareja

En el verano del año 2000 abrieron las puertas de un restaurante que cambió la forma de experimentar la cocina del noroeste para siempre. Quienes los visitamos a principios de siglo en el pequeño local de avenida Riveroll, quedamos sorprendidos por una cocina cuya intención era muy concreta: servir platos que permitieran mostrar la ricura del producto local. Manzanilla daba mucho de que hablar y aunque para algunos era una apuesta arriesgada, se estaba convirtiendo pausadamente en un referente tanto para locales como para quienes visitaban las tierras en las que los viñedos florecían.

Benito y Solange tenían razón; aquél era el momento para hacerlo y prueba de ello es que quince años después el plan es prácticamente el mismo.

Casi tres años después de que naciera Manzanilla, Benito y Solange decidieron casarse. // Foto: Solange Muris (Instagram).

Casi tres años después de que naciera Manzanilla, en 2002, Benito y Solange decidieron casarse. // Foto: Solange Muris (Instagram).

Segundo tiempo

En 2006, Benito y Solange emprendieron un nuevo reto y abrieron Silvestre, un restaurante veraniego en el corazón del Valle de Guadalupe. Desde entonces, este comedor rústico nutrido por un horno de leña se ha convertido en un referente que ratifica los dones culinarios del binomio Molina-Muris.

En esos días, al cumplir ocho años de vida, Manzanilla exigió un nuevo espacio. Todo había crecido, el pequeño restaurante superó su talla y sus padres buscaron un sitio para que se expandiera con libertad.

Benito y Solange resonaban como un solo nombre en todo México. La cocina que ellos ayudaron a consolidar había capturado la atención de comensales de muchas latitudes y era común escuchar las historias de viajeros que iban y volvían de Baja California con un muy buen sabor de boca.

En 2007 la vida de la pareja se consolidó al recibir a Oliva, su hermosa hija que hoy les acompaña en las celebraciones de Manzanilla.

Para esos años, los medios de comunicación no contuvieron su interés por lo que Manzanilla ofrecía y como parte de un proceso natural, la fama de Benito y Solange esponjó. Las revistas los cubrieron, los ‘foodies’ peregrinaron a Ensenada y la televisión los lanzó para capturar audiencias en América Latina con un exitoso programa que los mantuvo en las pantallas por tres años.

La trayectoria de este dúo no ha sido fácil; Ensenada es un destino turístico con periodos cortos de bonanza. Cada vez que platicamos con cocineros de la zona escuchamos la insistencia de visitarles en temporadas bajas. Por fortuna, en los veranos hay una buena afluencia pero a partir de octubre siguen los meses en los que cosa se pone difícil. Benito suele decir “vengan en invierno, esos son los meses en los que Baja California más necesita del turismo”.

Las revistas los cubrieron, los ‘foodies’ peregrinaron a Ensenada y la televisión los lanzó para capturar audiencias

En la región se han vivido momentos muy complicados en lo que a turismo se refiere. La violencia que por varios años ensombreció la frontera de Baja California con Estados Unidos, ahuyentó a muchos de los clientes que acudían a los restaurantes de Ensenada y el Valle de Guadalupe. Para colmo, en 2008, el caos que generó la epidemia de aquella influenza desgraciada embistió de frente a la susceptible industria turística, poniendo en jaque a muchos prestadores de servicios. En Manzanilla se las vieron negras y sólo la lealtad de los comensales frecuentes mantuvo a flote al restaurante insignia del puerto donde por largos meses no fondeaba un solo crucero.

Los años más arduos parecen distantes, pero ya nadie se confía. Benito y Solange trabajan incansablemente para fortalecer su cocina; viajan por muchas latitudes enarbolando el nombre de México en países como España, Francia, Inglaterra y Austria.

En 2014, la pareja de chefs se anotó un logro más: Manzanilla se posicionó en el lugar 25 de la lista Latin America's 50 Best. //  Foto: Latin America's 50 Best.

En 2014, la pareja de chefs se anotó un logro más: Manzanilla se posicionó en el lugar 25 de la lista Latin America’s 50 Best. // Foto: Latin America’s 50 Best.

Los restaurantes que surgieron, tanto en Ensenada como en el Valle de Guadalupe, coordinan esfuerzos para mantener a Baja California como uno de los polos gastronómicos más importantes del Latinoamérica. Los cocineros de Laja, Corazón de Tierra, Malva, Finca Altozano y Tras Lomita continúan la labor de afianzamiento de la mano de Manzanilla. Las casas vitivinícolas y los restaurantes de esta región son el imán que año tras año atrae a un mayor número de viajeros que, con el epicureísmo como bandera, llegan aquí para complacer sus gustos.

Hoy, Manzanilla está de fiesta y son los amigos quienes disfrutarán de una celebración de manteles largos o mejor dicho, de tiempos largos y exquisitos.

A la lista de chefs como Pedro Martín, Federico López, Guillermo González Beristáin, Antonio de Livier, Arturo Fernández, Edgar Núñez, Alejandro Ruíz, Roberto Solís, Bruno Oteiza, Lele Cristóbal, Misha Moliviatis, Guy Santoro, Janic Marchant y Daniel Ovadía —quienes han trabajado en la cocina de Manzanilla—, esta noche se suman Alex Atala y Enrique Olvera para preparar lo que será un menú de antología que consistirá en platos para compartir.

Esta será una celebración entre amigos. Bienaventurados los que hoy se sientan en las mesas del restaurante portuario que ha puesto en alto el nombre de Baja California en México y muchos países.

Felicidades a Manzanilla la quinceañera y a sus talentosos padres.