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¿Por qué da hambre después de fumar marihuana?

Por Animal Gourmet



Que después de fumar marihuana apetece tragarse una bolsa de papas fritas o una montaña de chocolate es un efecto conocido, aunque durante mucho tiempo los científicos no han sabido explicar la razón.

Sin embargo, investigadores de la Universidad de Yale, en Estados Unidos, creen haber descrifrado por fin el mecanismo neurológico que lo provoca.

Según el estudio que publicaron este miércoles en la revista Nature, paradójicamente son las neuronas del cerebro encargadas de inhibir el apetito las que juegan el papel principal en el fenómeno.

Al contrario de lo que se espera de ellas, al encontrarse con la marihuana, estas células nerviosas hacen que el usuario tenga un hambre voraz.

Al menos cuando el usuario es un ratón de laboratorio. Y es que los científicos han utilizado roedores para llevar a cabo el estudio y aún no ha sido probado en seres humanos.

“Acelerar al frenar”

“Es como si al pisar el freno el auto se acelerara”, explicó el neurobiólogo Tamas Horvath, el líder del grupo de investigadores, haciendo un paralelismo con la conducción.

“(La marihuana) engaña el sistema central de alimentación del cerebro”, señaló el profesor de Yale en la presentación del estudio.

“Nos sorprendió encontrar que las neuronas que creíamos responsables de la falta de apetito se activaban de repente para promover el hambre incluso cuando se está saciado”, reconoció.

Este no es el primer estudio que intenta aclarar el vínculo entre el consumo de marihuana y el aumento del apetito.

En 2005, unos científicos descubrieron que el uso de esta hierba volvía unas neuronas específicas más sensibles y, como consecuencia, inhibían la hormona supresora del apetito, la leptina.

Cuatro años después, en 2009, unos investigadores japoneses concluyeron que la marihuana afectaba a los receptores del gusto, potenciando el sabor dulce. Como consecuencia, aumentan los antojos, explicaron.

Estudios previos

En esa línea, el pasado año el equipo liderado por el investigador Giovanni Marsicano, de la Universidad de Burdeos, en Francia, utilizó ratones para demostrar que el principal principio activo de la marihuana, el THC o tetrahidrocarbocannabirol, interviene en los receptores del lóbulo olfatorio en el cerebro, incrementando significativamente la habilidad de oler alimentos y, por lo tanto, aumentando el apetito.

Estos científicos aseguraban que en los humanos ocurre un proceso similar.

Sin embargo, los investigadores de la Universidad de Yale liderados por Horvath son más prudentes en sus conclusiones.

“Obviamente es un mecanismo primitivo que podría ser similar en humanos”, dijo el neurobiólogo al respecto. “Pero es necesario confirmarlo”.

De confirmarse, más allá de conocer el motivo de los atracos después de fumar marihuana, se podrían buscar apliaciones prácticas para dicho efecto.

Una mejor comprensión de los mecanismos desencadenantes del apetito en el cerebro podría llevar a los científicos a diseñar nuevos medicamentos para provocar las ganas de comer a los pacientes con cáncer que la hayan perdido. Algunos de ellos utilizan actualmente la marihuana con ese fin.

Y, al mismo tiempo, la capacidad de bloquear estos mecanismos podría abrir una nueva línea de investigación en el tratamiento de la obesidad.

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