Nuestros ancestros -el linaje de primates del que descienden los humanos- comenzaron a ingerir alcohol hace unos 10 millones de años.
Es decir, mucho antes de que los seres humanos abandonaran su vida nómada en favor de la agricultura y mucho antes de que empezaran a fermentar comida con la intención de crear una bebida alcohólica.
Esto es lo que afirma una nueva investigación que descubrió el momento en que se activó en nuestro organismo una de las enzimas encargadas de metabolizar el etanol contenido en las frutas.
Según los científicos del Santa Fe College, en Estados Unidos, esta mutación genética se produjo cuando el ancestro común del hombre, gorilas y chimpancés bajó de los árboles y se adaptó a la vida en el suelo.
La teoría prevaleciente en cuanto al origen del consumo de alcohol, lo sitúa hace unos 9.000 años, con el surgimiento de la agricultura.
Tras acumular granos y frutas, los primeros neolíticos descubrieron que podían conservar el producto de sus cosechas mediante la fermentación, transformándolo en bebidas alcohólicas.
El estudio, publicado en la revista especializada PNAS, analizó la evolución de la enzima conocida bajo el nombre de ADH4n, que metaboliza el alcohol, en primates actuales y extintos.
El equipo comparó información genética de 28 mamíferos, incluidos 17 primates. En total, investigaron 70 millones de años de la evolución de los primates.
“La enzima ADH4 se encuentra sobre todo en la parte superior del tracto digestivo (boca, esófago y estómago) y metaboliza muy bien una variedad de grandes moléculas del alcohol presente en muchas plantas”, explica Matthew Carrigan, autor principal del estudio.
“Sin embargo, en el ancestro de la mayoría de los primates, la enzima no metabolizaba eficientemente las pequeñas moléculas de alcohol, como son las del etanol”, añade.
Según el estudio, fue una mutación ocurrida hace 10 millones de años en uno de los centenares de aminoácidos que conforman la enzima lo que le permitió a nuestro ancestro común con los gorilas y chimpancés metabolizar el etanol.
El orangután, por ejemplo, no tiene esta enzima modificada.
Y se cree que la enzima mutante se activó poco de después de que se separaran el linaje de los orangutanes del de los humanos, chimpancés y gorilas.
Debido a que la mutación, según el nuevo estudio, ocurrió hace 10 millones de años, durante una transición climática en la que los ecosistemas de bosques de África Oriental comenzaron a dar lugar a ecosistemas de pastizales, los científicos creen que el cambio en la enzima supuso una ventaja adaptativa para nuestros ancestros.
En ese período, los homínidos -que se alimentaban de frutos- comenzaron a bajar paulatinamente de los árboles.
Al arrastrar sus brazos colgantes por el suelo, probablemente se toparon con frutas caídas en proceso de fermentación. Aquellos que podían ingerirlas aumentaron sus chances de vivir en tierra y sobrevivir a los períodos de escasez.
Mientras que los que no podían digerir la fruta fermentada habrían muerto antes de pasar sus genes.
“Dado que las frutas encontradas en el suelo de la selva está generalmente más maduras y más fermentadas que las que están en el árbol, las frutas con etanol pudieron ser un elemento importante en la dieta de nuestros ancestros cuando empezaron a caminar”, explica Carrigan.
Es más, es posible incluso que nuestros ancestros hayan disfrutado del efecto embriagador de consumir fruta en estado de fermentación y, por esta razón, cuando los humanos desarrollaron millones de años más tarde las herramientas para recrear este proceso de forma artificial, crearon vinos, cervezas y bebidas blancas.
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