Algunas personas consideran que la comida sana es aburrida pero no hay nada más lejano a la realidad que esto. Un ejemplo es el pavo, la forma de cocinarse y su valor como alimento.
Argumentan un tema de sabor, de color y textura para rechazar cualquier opción saludable y así mantenerse en su dieta regular, que por lo general está reñida con lo que los nutricionistas denominan comer bien.
En efecto, alcanzando como en cada diciembre su máximo de popularidad, el pavo tiene contundentes beneficios para la salud.
Sin embargo, su consumo no es tan elevado como el del pollo. ¿Por qué no lo comemos en mayor cantidad?
El pavo se come tradicionalmente durante el transcurso de la festividad cristiana de la Navidad en Europa y América, sobre todo en Nochebuena.
Además, el pavo es característico del Día de Acción de Gracias en Estados Unidos y Canadá, una tradición que tiene sus orígenes en 1621 como agradecimiento por una buena cosecha.
La carne del pavo es fuente de proteínas, vitaminas del grupo del complejo B como la B1, B3, B5, B6, biotina, B12 y el ácido fólico, y de minerales como el fósforo, el potasio, el magnesio, el hierro y el cinc.
Es por ello que, de acuerdo con nutricionistas, entre los principales beneficios del pavo figuran:
Entonces, ¿por qué no comemos más pavo?
El pavo tiene una reputación de carne con un sabor poco emocionante.
Samuel Durán, presidente del Colegio de Nutricionistas de Chile, comentó a BBC Mundo que una de las razones para el bajo consumo es que “no tiene un sabor tan atractivo y culturalmente se le veía como un plato para Navidad”.
Y aun cuando ahora se consume fuera de esta temporada, el tema del sabor sigue siendo materia pendiente.
Sobre este punto, la chef venezolana Mariana Beroes tiene una propuesta que compartió con BBC Mundo.
“Hay que tener paciencia con el pavo, porque no es fácil cocinarlo. Cuando se le prepara completo, hay que cuidar que la pechuga no quede muy seca o los muslos muy suaves. Hay que aplicar algunos trucos para prepararlo, porque es una carne buena”, comenta.
Es preferible prepararlo por piezas, dado que tienen distintos tiempos para cocinarse.
Pero si la idea es prepararlo para la gran cena de Navidad, la chef comparte unos trucos para garantizar un buen sabor y cocción:
Según el departamento de Agricultura de Estados Unidos, los países que más produjeron pavo en 2014 fueron:
El precio es un punto relevante en el consumo del pavo. En México por ejemplo, un kilo de pollo cuesta US$2, mientras que un kilo de pavo puede ubicarse entre US$4,48 y US$5,65.
En Venezuela, el kilo de pollo a precio regulado se vende en US$0,86 y el no regulado en US$2, mientras que el pavo puede costar entre US$6 y US$8.
Adriana Amaya, presidenta de la Asociación Colombiana de Nutrición Clínica, explicó a BBC Mundo que “el pavo es muy costoso, y el poder adquisitivo no es muy alto. Las personas prefieren consumir otra proteína de menor valor económico”.
En su opinión, en buena parte de Colombia se sigue viendo como un plato que no está disponible durante todo el año, a excepciones de algunos jamones a base de pavos. “Se come en la temporada navideña”.
Sin embargo, a juicio Durán, eso ha venido cambiando en Chile. “Se nota un aumento del consumo en el país y ahora forma parte de la dieta de una manera más frecuente”.
Ambos nutricionistas estiman que por los beneficios del pavo, valdría la pena una campaña que estimulara su consumo como una alternativa de comida saludable.