El 3 de diciembre comenzó el Film & Food Festival de Huatulco con la exhibición de el cortometraje La última cena de Vanessa Quintanilla y la película Lunchbox de Ritech Batra.
La coincidencia de las dos obras no es fortuita. Se ve que Leopoldo Soto, director del Festival, quizo mostrar uno de los aspectos más sensibles del oficio de cocinar: la seducción a través de los alimentos.
El corto de Vanessa me encantó. Es divertido, está muy bien animado y la acción ocurre en una espléndida cocina de medidados del siglo XX que destella una modernidad y orden muy curiosos.
Y ahí es donde vemos a una mujer (Rouzana Lissovskaya) inmersa en la rutina cotidiana, y que se encuentra con el sugerente mensaje de su marido: “Hoy llego temprano. Prepárate algo rico.”
Y entonces la magia sucede: va al mercado, llega con los ingredientes y se pone a cocinar. ¿Cuál es el menú? Esa es la gran incógnita con la que recorremos el relato. Pues tan sólo vemos algunos ingredientes para ensalada, y no se trata de una película vegetariana. Por el contrario, es la más caníbal de todas. Pues la protagonista se cocina a sí misma.
El corto está lleno de pequeños detalles que denotan el universo de fantasías de la directora. Siendo ella una artísta plástica nos encontramos con envolturas de papel aluminio que forran zapatos ordinarios para transformarse en plataformas sexys.
El jugo escurriendo del rabo de un betabel sirve como lápiz labial para la mujer, que se encebolla y se envina de tinto, y se remoja en una macedonia de naranjas y miel para quedar dulce, pegajosa, concupiscente y suculenta.
Menuda sorpresa se llevará el marido, y eso nos lo deja Vanessa a la imaginación.
Por su parte Lunchbox es la historia de una mujer que trata de reestablecer el contacto amoroso con su marido a través de la deliciosa comida que prepara y envía en una caja de almuerzo todos los días, pero que por azares del destino le llega a otro hombre, con el que comienza una relación epistolar, en misivas escondidas debajo de las chapatis calientitas.
Fuera del desenlace holywoodense, pues la mujer no recupera la atención de su marido ni se fuga con el hombre, Ritech Batra nos plantea algo que es evidente para las mujeres que cocinan: preparar los alimentos puede ser un acto de amor. Pero que requiere de un receptor dispuesto a dejarse seducir por los aromas, sabores y texturas de los alimentos.
Sin embargo, eso no siempre sucede. Pero el universo es mágico y nos tiene preparadas sorpresas, pues por una equivocación fortuita, dos almas se encuentran a través del lenguaje de la comida que se acompaña del intercambio epistolar, y que genera un cambio sutil pero sorprendente en los dos personajes, que abiertos a la posibilidad de apreciar su vida, deciden transformarse a partir del amor.
Abrirse al mundo de las intenciones culinarias puede ser la vía para algo más, para entregarse a las pulsiones internas de nuestros deseos y anhelos por vivir conectados con la existencia. Así, comer los platillos de una caja de almuerzo hindú, con sus múltiples cazuelas apilables llenas de curry de verduras, y chutneys picosos de mango, arroz, sopa de habas y berenjenas, es como “subirse al tren equivocado que te lleva al destino correcto.” Ahí donde nos reconciliamos con la vida.
¡El Film & Food Festival Huatulco empieza muy sabroso!