La calabaza es uno de los pocos frutos (sí, es un fruto primo lejano del melón) que está presente todo el año, pero es en otoño cuando las calabazas grandes y anaranjadas toman un papel protagónico llenando los mercados con sus grandes y a veces extrañas formas.
Las calabazas que llegan con el otoño son de todos tipos, las hay alargadas, gorditas, con bultos, de cáscara dura o blanda y todas tienen algo en común, son de gran, gran sabor y podemos hacer una variedad infinita de preparaciones pues lo mismo combinan con un risotto con parmesano y calabaza de Castilla, que en el clásico postre de calabaza en tacha o como relleno de unos españoles canelones.
Además de compartirte una receta de sopa de calabaza de Castilla clásica de la temporada, aquí te dejamos algunos datos que probablemente no teníamos en el radar sobre estos frutos:
Históricamente es uno de los elementos esenciales de la milpa, mientras se cultive junto al maíz y el frijol, el cultivo será sano.
La relación de estas tres plantas es muy particular, por una parte el maíz le da soporte al frijol, éste fija nutrientes en la tierra y la calabaza, con sus grandes hojas, protege el suelo proporcionando un micro clima donde no se pierde humedad y la tierra se mantiene sana, práctica que los pueblos originarios de América hicieron desde tiempos prehispánicos.
Los peregrinos europeos que habitaron Norteamérica menospreciaban la calabaza y no la consideraban un cultivo de buen sabor ni de mucho interés.
Empezaron a vivir crudos inviernos y pocos cultivos sobrevivían debido a la temperatura y las condiciones, pero la calabaza se mantenía en buen estado. Como se dice popularmente, el hambre es canija.
Los mexicanos comemos regularmente la calabaza casi en su totalidad: su carne, las deliciosas flores (muy mediterrárenas también), y hasta las semillas en forma de maravillosas pepitas tostadas con un poco de sal. Otros países cocinan también con las ramas delgadas de la planta y en cambio dejan de utilizar semillas o flores. En gustos y tradiciones se rompen géneros.
Su color anaranjado la delata, la calabaza esta llena de beta-carotenos, poderosos antioxidantes que protegen las células de nuestro cuerpo y además son una excelente fuente de vitamina C, fibra, potasio y manganeso. Es muy saludable desde la sopa de calabaza, hasta las flores rellenas de panela.
La tradición estadounidense del Día de acción de Gracias y su historia de habitante de muchos orígenes vio nacer el que es considerado como el primer pastel de calabaza, la fruta en un relleno de miel, jengibre y canela y otras especias, horneado.
Así nació una del las recetas más tradicionales del otoño en Estados Unidos, el “pumpkin pie”, que actualmente suele prepararse con una base de pasta quebrada para pay y un relleno molido de esta fruta y especias.
La familia de las calabazas es muy grande y su cultivo permanece durante todo el año. Las de invierno maduran en el otoño y su piel es más dura como también lo son sus semillas, una de sus grandes ventajas es que una vez que se han cosechado se puede almacenar por varias semanas sin perder forma.
Las calabazas de verano son más comunes en la gastronomía mexicana y presentes en infinidad de guisados.
Se estima que la calabaza se cultiva desde hace 10 mil años, convirtiéndose en uno de los cultivos más viejos conocidos por los arqueólogos.