La menta es sin duda una hierba muy especial. Su frescura logra cortar hasta las grasas más pesadas, baja la sensación de estar enchilado y limpia el paladar dejándolo listo para un nuevo bocado. Pero normalmente solo la vemos en mojitos, acompañando la carne de cordero o en los postres, y la realidad es que esta hierba que tiene mucho más que ofrecer en la cocina.
La menta es deliciosa si la hacemos pesto. La preparamos un poco diferente al tradicional: procesamos la menta junto con ajo, aceite de oliva, un poco de chile de árbol y jugo de limón; aunque también funciona muy bien con queso parmesano, piñones, ajo y aceite de oliva.
Estos pestos con un poco de pasta quedan muy sabrosos, también va muy bien con un pescado empapelado.
Lo mejor es que puede hacer una buena cantidad y congelarlo, cuando no tengan tiempo de cocinar pero quieran comer rico lo único que deben hacer es sacarlo del congelador y listo.
Los jitomates confitados con menta son una mezcla perfecta, ideales para acompañar una pasta, con carne o simplemente sobre un pan tostado. Lo mejor es que son sencillos de hacer.
Deben poner en el horno los jitomates sin cascara ni semillas a un fuego muy bajo (el más bajo que les permita su horno) junto con sal, aceite de oliva, pimienta y ajo en láminas. Cocinar por unas tres horas o hasta que los jitomates estén deshidratados y se vean un poco secos pero medio gomosos. Una vez listos ponerles menta fresca.
Para que les duren más tiempo pongan los jitomates ya horneados en un bote de vidrio y agreguen aceite de oliva hasta cubrirlos, así pueden durar meses en el refrigerador (siempre y cuando estén cubiertos por el aceite), una delicia que los sacará del apuro.
Si tienen mucha de esta fresca hierba, ¡sequen la menta! Sus usos son varios y pueden ponerlas en un poco de queso crema para untar en galletas saladas o agregarla al yogurt griego con poco de limón y aceite de oliva para un rico aderezo de ensalada, así como para darle sabor a cortes de carne como el del cordero.
Aunque la mayoría cree que la menta fresca es la mejor, seca tiene un sabor muy peculiar con el cual podemos cocinar un sin fin de platillos.
Una salsa de menta es ideal para cortar el dulce de los postres, así que es un acompañante perfecto, sobre todo para los que se empalagan rápidamente.
Lo que deben hacer es poner en una cacerola una medida de agua por una de azúcar y dejar que se disuelva bien en la olla. Esperar a que tome la consistencia deseada y por último agregar suficiente menta y procesar. La salsa funciona perfecto con casi todos los postres, y le dará el toque de frescura que siempre se agradece al final de una comida.
Una forma genial para guardar esta o cualquier hierba de olor, es ponerlas en moldes para hielo, ponerles aceite de oliva y llevarlas al congelador, de esta manera podrán tener todo tipo de aromáticas listas para usarse.
El té de menta es una gran forma de terminar una comida, ya que previene la indigestión y ayuda a eliminar esa sensación de pesadez, por lo que es un buen aliado para combatir el temible del mal del puerco.
Así que la próxima vez que tengan menta frente a ustedes compren un poco o ¿porqué no? planten una menta en casa y experimenten ya que tiene una gran variedad de usos, sólo es cuestión de quitarte el miedo y usarla.