No es raro escuchar a las personas que se han despertado sintiéndose enfermas, deshidratadas y con un terrible dolor de cabeza culpar de sus resacas el haber mezclado imprudentemente sus bebidas. Y la tradición popular los respalda, aconsejando no beber vino y cerveza en una misma noche.
Hay hasta teorías sobre el orden en que se deben consumir las diferentes bebidas alcohólicas. Una versión sugiere: “El vino antes de la cerveza y te sentirás raro. La cerveza antes del vino y te sentirás bien”. ¿O es al revés? Después de un par de tragos, recordar no siempre es fácil. Lo cual nos lleva a plantear la pregunta de qué tan confiables son estas palabras.
¿Hay alguna evidencia más allá de lo anecdótico de que beber vino seguido por cerveza o viceversa empeora las resacas?
Una revisión de la investigación anterior hecha hasta el año 2000 confirma que las causas de los principales síntomas de la resaca son la deshidratación, los cambios en los niveles de hormonas como la aldosterona y el cortisol y los efectos tóxicos producidos por el alcohol. Además, hay pruebas de que el sistema inmunológico se altera y que esto podría ser la causa del dolor de cabeza, las náuseas y la fatiga.
El primero de los dos ingredientes principales de una bebida que afectan la severidad de una resaca es evidente: cuanto más alto es el contenido de alcohol, y cuanto más rápido se bebe, peor es la resaca.
Sin embargo, esto es sólo un promedio. La misma cantidad de alcohol no siempre da como resultado la misma gravedad de resaca.
Muchos dicen que no sienten resaca y nadie sabe muy bien por qué. En un estudio realizado a un grupo de jóvenes daneses que estaban de vacaciones, casi un tercio de los que consumieron por lo menos 12 unidades de alcohol (aproximadamente el equivalente a cuatro pintas de cerveza o cuatro vasos de vino de 250 ml) se libraron de la resaca.
La mezcla de bebidas no aumenta necesariamente la cantidad total de alcohol consumido, pero es posible que eso sí sea el caso cuando se trata de cócteles. Al combinar tres o cuatro medidas de bebidas alcohólicas con otros ingredientes, el dolor de cabeza y la garganta seca probablemente sí será el resultado de consumir una cantidad total de alcohol más alta.
Más allá del etanol que provoca la intoxicación, los otros ingredientes claves que afectan a las resacas son los que la industria de bebidas llaman congéneres.
Se trata de otras sustancias que se producen durante la fermentación, tales como acetona, acetaldehído, aceite de fusel y, los más conocidos, los taninos, que le dan a las bebidas más oscuras su color y parte de su sabor. El whisky bourbon, por ejemplo, contiene 37 veces más congéneres que el vodka.
Para observar el efecto de estas sustancias, unos investigadores en Estados Unidos reclutaron estudiantes universitarios que bebían con regularidad, pero que no eran alcohólicos. Algunas noches les dieron bourbon con refrescos de cola, otras vodka y refrescos de cola y otras, un placebo que consistía en refresco de cola mezclado con un agua tónica, con unas gotas de bourbon o vodka para hacer que el sabor fuera similar al real.
Bebieron entre tres y seis bebidas, la cantidad suficiente para darles una concentración de 0,11 g de alcohol por cada 100 ml de aire aspirado. Esto los colocaba de dos a cinco niveles por encima del límite permitido para manejar, dependiendo del país en el que estuvieran.
Luego pasaron la noche en la clínica y se les despertó a las 7:00 a.m. para desayunar antes de participar en una serie de pruebas. Por ello se les pagó una generosa suma de US$450.
Los investigadores encontraron que los estudiantes que habían bebido bourbon calificaron sus resacas como las peores, sin embargo, resultó interesante ver que se desempeñaron igual de bien en actividades como las pruebas de tiempo de reacción.
Las bebidas claras como el ron blanco, vodka y ginebra tienden a causar pocas y menos resacas graves debido a que contienen niveles relativamente bajos de congéneres.
Tal vez los que mezclan sus bebidas son más propensos a elegir bebidas de color oscuro que contiene niveles más altos de estas sustancias, simplemente en virtud de que hay más variedades de éstas, pero entonces no sería la mezcla en sí misma lo que causa el problema.
Ningún científico parece haber hecho un estudio en el que la gente se le asigne al azar beber cerveza seguida por vino o vino seguido por cerveza. Pero tal vez no es el tipo de bebida lo que importa, sino el efecto que el poder tienen sobre el juicio.
El vino es tres veces y media más fuerte que la cerveza, de manera que si se empieza tomando esta última, así se pase luego a algo más fuerte, probablemente resulta en una menor intoxicación. Pero si una persona comienza tomando vino o licores, su juicio se deteriorará más pronto y beberá aún más. Ciertamente hay evidencia de que las personas no son buenas para juzgar su propia embriaguez. A niveles bajos la gente sobrestima la cantidad de alcohol en la sangre, pero después de un par de copas comienzan a subestimarlo.
Por lo tanto, la evidencia existente sugiere que no se le puede atribuir la resaca a la mezcla de bebidas. Probablemente se deba a la alta cantidad de congéneres de los tragos o a beber excesivamente.
En cuanto a los remedios para la resaca, los científicos también los han estudiado, y en 2005 el British Medical Journal publicó una revisión de todos los ensayos, desde la borraja de la alcachofa y la glucosa hasta las tunas. La mala noticia para los bebedores es que ninguno de ellos funcionó.
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