Entre los límites del Estado de México con Puebla, cobijada por los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl se encuentra Amecameca, una ciudad con clima de montaña, una arquitectura llena de historia y gastronomía para chuparse los dedos. Su nombre proviene del náhuatl y significa «el lugar donde los papeles señalan o indican» o, también, «que tiene vestido de amante».
En épocas prehispánicas existían en esta zona centros ceremoniales importantes, debido a su ubicación a un costado de los imponentes volcanes. Cuando llegaron los españoles fue uno de los pocos pueblos originarios que se sublevaron contra ellos y muchos años después —durante la Colonia— a las faldas de los mismos volcanes vivió, junto con su abuelo, Sor Juana Inés de la Cruz.
La vista vale la pena, pero, ¿qué se come en Amecameca?. El mercado Juárez, en el centro, es un sitio al que hay que ir, pues además de encontrar los típicos locales de antojitos y pancita, encontrarán dulces tradicionales, conservas y productos lácteos de la región, así como productos que a pocos metros se han cosechado, entre ellos uno muy especial: la nuez de Castilla.
Es tan importante en la región que año con año, durante agosto, se realiza un festival para probar estos deliciosos frutos que son insignia de platillos típicos de nuestra gastronomía. Tradicionalmente la nuez de Castilla ha sido ingrediente clave de los poblanos chiles en nogada pero más local es el conejo en nogada así como la misma versión pero en pollo, o bien algunas bebidas como el licor de nuez.
Cuando uno va a Amecameca los antojitos y las quesadillas son una joya y, para los que andan el tema del pulque, el de la zona es fenomenal.
La zona ha históricamente sido de agricultores y ganaderos, con haciendas de grandes extensiones de tierra como la Hacienda Panoaya, la casa donde vivió de los 3 a los 8 años de edad Sor Juana Inés de la Cruz —también conocida por su nombre de pila: Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana—, y donde a escondidas de su abuelo aprendió a leer.
Continuando con el recorrido, en la Plaza de la Constitución, ubicada en el centro de la ciudad, es donde encontrarán los mejores dulces tradicionales de la región como las alegrías, palanquetas y obleas, una probadita obligada en aquél poblado del Estado de México, rico en historia, gastronomía y resguardado por los legendarios volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl.
Cuando visites Amecameca no te olvides de pasar por alguna de las haciendas lecheras de la región, donde seguro encontrarás quesos frescos, nata y muchos lácteos de las vacas que verás en el lugar. Productos tan frescos que quizá aún estén tibios como la leche al salir de la ubre de estos hermosos animales.