Alaska es el último refugio del salmón salvaje. En sus aguas habitan las poblaciones más numerosas de este pescado protegido por la denominación Salmón Salvaje de Alaska. Cinco son las especies de salmón que nacen en ríos de Alaska y cuya vida adulta transcurre en las aguas del océano Pacífico del Norte. Todas ellas pertenecen al género Oncorhynchus y son bien distintas al salmón salar, única variedad del Atlántico Norte.
La pesca del salmón en Alaska está comprometida con la sostenibilidad, estrictamente reglamentada y controlada por biólogos oficiales que estipulan cuándo y cómo se puede pescar una vez abierta la veda. Entre mayo y septiembre se establecen periodos diarios de pesca de 12 horas. Se calcula que se capturarán 133 millones de ejemplares entre salmones reales, rojos, palteados, keta y rosados, las cinco especies que se comercializan. Helicópteros y avionetas recogen el pescado en los caladeros y lo trasladan a Cordova (Alaska) desde donde se distribuye a todos los mercados del mundo.
El salmón rojo es el más apreciado gastronómicamente por su escaso contenido en grasa, la tersura de su carne y su delicadísimo sabor. De color rojo intenso, tiene gran afinidad, en cuanto a las caracterísiticas de su carne con el atún rojo. Nada tiene que ver con el popular salmón noruego engordado en piscifactorias. En España no es fácil encontrarlo en las pescaderías. Quienes más lo consumen son los restaurantes japoneses.