La opción para disfrutar un café a cualquier hora del día, sin desvelos, es el descafeinado. Te has preguntado ¿cómo hacen para extraer la cafeína?
La primera técnica para extraer esta sustancia fue descubierta en Alemania, en 1908. El proceso funciona de la siguiente manera: primero se remojan los granos verdes del café (antes de tostar) en una sustancia llamada cloruro de metileno o acetato de etilo, así quitan la cafeína de los granos. Posteriormente serán tratados con vapor para eliminar los restos del disolvente.
La industria cafetalera, preocupada por los posibles efectos que podrían tener los químicos utilizados en el proceso de descafeinado, encontró otro método para sacar la cafeína al que se llamó “suizo” o “al agua”. En él se extrae el alcaloide usando agua como disolvente, se remojan los granos verdes del café y con un filtro de carbón se elimina la cafeína del agua. Después se añaden las sustancias antes extraídas del grano. Mismo sabor sin insomnio.
Otra forma que se utiliza es la del dióxido de carbono a alta presión. En este proceso se guardan los granos en un tambor metálico al que se inyecta CO2, penetra en el café y disuelve la cafeína.
Sin embargo es importante saber que a pesar del proceso que se use, el grano no está descafeinado al 100% pues conserva mínimas cantidades de cafeína. Así, mientras una taza de la infusión hecha con café regular contiene entre 60 y 180 miligramos de cafeína, una del descafeinado sólo contiene de 2 a 5 miligramos de la sustancia.
Ya con esta información, podrás prepararte una taza -o un galón, si así se te antoja- sin la preocupación de pasar noches de desvelo e insomnio. ¿Qué se te antoja para acompañarlo? Mira esta receta de tiramisú.