El viaje comienza en León, Guanajuato, y llama la atención ver que todo el mundo tiene una historia con el expresidente, que es una persona cercana y no un icono más de la historia del país pues saben cómo se llega a Rancho San Cristóbal, dónde toma el café y con quién.
A 45 minutos de León hay una desviación para llegar a la Hacienda San Cristóbal y de lo primero que uno se percata es que no hay vigilancia, sólo una persona muy amable en la puerta que nos pide nuestros datos para entrar, no más. Ni detector de metales ni miembros del Estado Mayor.
Vicente Fox lleva vestimenta característica, con todo y botas, y muy relajado nos muestra el Centro Fox y la Hacienda San Cristóbal, una casona que lo vio crecer y que ahora es un hotel, spa y restaurante. Ya en su oficina comienza la entrevista:
¿Cuál es su primer referente en la cocina?
En mis primeros recuerdos está Marquitos una nativa de aquí de San Cristóbal, aquí en el rancho, en la hacienda… que murió hace mucho tiempo. Te estoy hablando por ahí de 1940 y tantos y recuerdo dos cosas; una, siempre vestida de negro, con una mano santa que hacía guisos de lo más extraordinarios y, segundo, recuerdo el comedorcito que estaba a lado del fogón, del horno de donde salían de la mano de ella las gordas de horno y las tortillas recién hechas.
Ahí mismo estaba el metate donde molían la masa para las tortillas, entonces, es un proceso altamente manual, que se hacía todo a la vez y de ahí las tortillas recién infladitas pasaban a la pequeña mesa donde estaba compartiendo los desayunos y los almuerzos con mis padres, con la familia.
¿El platillo favorito que evoque memorias?
Pues son muchos, muchísimos… pero pa’empezar lo más común y lo más delicioso son los propios frijoles. Diario, diario, como frijoles.
¿Cuál es su restaurante, o restaurantes, favoritos?
Pues normalmente me gusta probar de todo, pero a base de probar de todo y de todos los restaurantes voy descartando algunos. Por ejemplo, la comida china no me atrae para nada y muchas comidas de Asia tampoco. A cambio la comida de la India me parece extraordinaria.
Desde luego la comida española, y desde luego la comida mexicana que se ha ganado un lugar a nivel mundial, una presencia en todos y cada uno de los países con emigrantes mexicanos que se han ido a poner restaurantes por allá, desde un restaurancito de tacos hasta lo más sofisticado de la comida mexicana muy actualizada.
Cuando viaja, ¿cómo es su experiencia gastronómica?
Pues variada, pero siempre la comparto con Marta (Sahagún). Para empezar viajamos 70% de nuestro tiempo y eso nos da presencia en los cinco continentes a través de conferencias que doy. Siempre primero el trabajo, la conferencia, las relaciones con la gente importante del lugar, la petición de donaciones a Centro Fox y luego un buen restaurant.
Afuera, en la calle, salvo que no sea ‘fast food’ no es de mi mayor agrado. Normalmente sí voy a restaurantes y le vamos variando de todo, pero buenos restaurantes sí. Es el premio que nos damos por el trabajo intenso del día, luego un besito, amor ¡y a dormir!
“La cocina de Martita, quien por cierto lo hace bastante bien porque aprendió mucho de su mamá, una gran gran cocinera de Michoacán”
¿Quién es el mejor cociner@ del mundo?
Pues serían dos que ya no existen, mis dos abuelas; del lado Quesada con cocina española y el lado Fox con cocina, que si bien traía antecedentes americanos, al final es una cocina que ya tenía dos o tres generaciones aquí en México, muy de los Altos de Jalisco y muy del Bajío.
Entonces yo diría que esas, pero ya no están. A cambio de eso me consuelo con la cocina de Martita, quien por cierto lo hace bastante bien porque aprendió mucho de su mamá, una gran gran cocinera de Michoacán, y con una inspiración de una comida variada y exquisita como lo es toda la comida michoacana.
¿Frito o a la plancha?
A la plancha, siempre. Yo creo que todos hemos aprendido a ir dejando un poquito la grasa, aunque ciertamente es más sabroso, yo extraño mucho la manteca que usaba Marquitos en los frijoles, en prácticamente todos los platillos pero eran una bomba en el estómago.
Acabo de escuchar que la manteca en realidad no es tan mala para la salud, que una buena dieta puede llevar de contenido algo de manteca. No hay nada más sabroso que cocinar con manteca, todo sale bueno con manteca, como los frijoles, pero sí hay que tomarlo con medida.
¿Comer o cocinar?
Hice mi intento por ahí cuando andaba de solterón. Viví en Tampico dos años, en Monterrey dos, en Culiacán dos y en Puebla dos años más mientras trabajé en Coca-Cola y la mayoría de las veces me tenía que cocinar y aprendí a preparar huevos fritos que no son fáciles de hacer: evitar que se revienten, echar el aceitito por encima para que hagan ampollita y estén bien refrititos y entonces son los mejores huevos fritos, aunque las omelettes me salen bastante bien…
De entre sus múltiples viajes, ¿cuál ha sido la comida que más lo ha impresionado?
Bueno, yo me quedo con la comida española y en segundo término diría la india. El cordero al horno es mi plato preferido y en ambos lugares lo hacen, en España lo preparan exquisito y en India, formidable.
¿Dulce o salado?
Salado.
¿A qué sabe la victoria?
Pues dulce, a sabor de realización y de logro; a sabor amargo por la preocupación de proceder de la victoria a realizar las cosas. Es un desvelo diario, continuo y por tanto hay sabores amargos.
¿Qué relación encuentra entre comida y política?
Pues los glotones de los senadores y los diputados que todos los días tragan en los abrevaderos de la ciudad de México gastándose los impuestos. Deberían de bajarles el sueldo, el viático y que los pongan a ¡trabajar!
¿A qué le sabe la Coca-Cola?
Dulce, sabrosa; a café, nuez (que es parte de su contenido) y bueno hay que tomar la light, la dietética, por que la otra no nos permite estar en buen peso.
¿Y el poder?
El poder para mí no es ninguna otra cosa más que una responsabilidad enorme, así que me supo a eso: a trabajar con muchísima responsabilidad, a cumplir lo que se prometió; a buscar sobre todo que los pobres de México tuvieran oportunidad de estudiar, la facilidad de poder ir a la escuela, de poder tener un ingreso, un empleo. Ciertamente no se logró todo, pero luché incansablemente por ellos, por los pobres de México.
“Cuando comes frijoles todos los días te enfermas del estómago, cuando teníamos que tragar al PRI por 70 años también”
El plato más amargo de la política es…
La hipocresía, la corrupción y yo diría la burocracia. La burocracia en el sentido amplio de la palabra, ese desgano para servir a los ciudadanos, esa falta de pasión para hacer las cosas bien y con calidad.
Esa burocracia, lenta, pesada, que no resuelve y que cuando resuelve es porque ya recibieron un “cochupo”. Esas son comidas que te indigestan, todas esas…
Fue una estructura de 70 años, ¿no?
Cuando comes frijoles todos los días te enfermas del estómago, cuando teníamos que tragar al PRI por 70 años también te enfermas del estómago.
¿Cuál ha sido el postre de su vida?
La Martita.
¿Un expresidente come solo o acompañado?
A mí me gusta mucho la soledad, muchísimo. Disfruto mucho estar conmigo mismo, en mi interior, reflexionar, divagar, soñar, lo disfruto muchísimo y comiendo también.
A cambio pues comer en familia es una de las grandes cosas que tenemos en este mundo por que la familia fortalece, nos da ánimo, seguridad y cobijo. Comiendo en familia desahogamos los problemas o asuntos a través de conversar, tiene muchas ventajas comer en familia. Comer con amigos termina siendo en borrachera, ya no me atrae tanto, pero sí que le pegaba yo duro en mis tiempos.
¿Usted como sapos y sigue sonriendo?
Por supuesto que sí, no tengo nada más que agradecimiento a Dios en primer lugar, a México, a la gente en México, a los pobres en México, que me permiten servirles, que me permiten hacer cosas para ellos. Yo creo que hacer cosas por los demás es la ruta corta a la felicidad, la ruta corta al alimento espiritual, es la ruta corta al amor y a la compasión que nos tiene que acompañar toda la vida, y eso lo tiene uno… de ser para los demás, trabajar por los demás, esa ha sido la divisa en mi vida afortunadamente encontré en Marta una compañera teresiana que comparte mis valores jesuitas y que nos permite encontrar la felicidad haciendo cosas por los demás. Eso es lo que hacemos aquí en Centro Fox cada día venimos llenos de entusiasmo, de energía a regalar, a dar, a hacer por los demás a atender a esos miles de chiquillos que vienen aquí a lo largo del año, más de 100,000. Que nuestra tarea es levantarles el ánimo, el autoestima, y lograr que ellos estén seguros que pueden hacer cosas grandes en su vida. Que no nacieron para ser pobres, que no nacieron para ser migrantes en esta vida, que cada uno de nosotros tenemos la capacidad, llevamos el liderazgo dentro para hacer grandes cosas en nuestras vidas y eso les decimos a los niños indígenas que vienen aquí, a los niños de comunidades rurales, a los niños de familias humildes. Tenemos que hacerlos sentir y convencer que están en esta vida para hacer grandes cosas. Que su destino es hacer cosas grandes.