Helado de huevos con panceta, avena con caracoles y chocolate aromatizado con tabaco.
Todos estos manjares nacieron en la cocina/laboratorio del británico Heston Blumenthal –mitad chef, mitad físico molecular–, uno de los cocineros más conscientes de que a veces las combinaciones inusuales de sabores son deliciosas.
Pero incluso Blumenthal probablemente dudaría si le dijeran que las recetas para su cena fueron creadas por una computadora.
Eso es exactamente lo que propone IBM con su cada vez más intrépida supercomputadora Watson, dedicada a esa actividad tan exclusivamente humana: cocinar.
Hay cientos de miles de combinaciones diferentes de sabores en el mundo, de manera que la idea de que un algoritmo sea la mejor manera de explorarlos y crear nuevas formas de deleitar nuestras papilas no es tan desatinada como puede sonar.
Watson analiza algunos extraños y maravillosos ingredientes e intenta confeccionar recetas originales y sabrosas.
¿Le apetece una langosta italiana a la parrilla seguida de una tarta de manzana báltica?
“Preparamos una langosta italiana que reunió azafrán, tomate, zapallo, menta, aceitunas, naranja y panceta: una mezcla que no habríamos hecho”, le dice a la BBC Florian Pinel, ingeniero de software del Grupo Watson IBM.
“La tarta de manzana báltica… con manzana, moras, albaricoques, jengibre, cerdo, ajo y cebolla es otra receta que no se encuentra en ninguna repostería que yo conozca”, añade.
Para alcanzar su meta de convertirse en un cíborg con estrellas Michelin, Watson accede a un banco de datos de recetas que contiene decenas de miles de platos existentes.
Una segunda base de datos provee información sobre los compuestos de sabor en miles de ingredientes y también tiene disponible información psicológica sobre cómo los humanos perciben diferentes combinaciones de sabores.
Watson no cocina sus propias creaciones, entre otras cosas porque no tiene manos.
IBM subraya que no se trata de que las máquinas superen a los humanos sino más bien que trabajen junto con ellos.
“Un aspecto importante de esta investigación es acoplar la creatividad humana con la de la máquina. Queremos que los chefs consideren a nuestro sistema como un asistente útil que mejora y acelera sus habilidades, y hace cosas que ellos nunca pudieron hacer antes”, dice Pinel.
El sistema le da prioridad a las recetas más extrañas, no sólo porque un plato generado por una máquina que resulte ser un pedazo de carne y dos vegetales sería desilusionante sino porque el objetivo real de este experimento es probar que las computadoras pueden ser creativas.
“Cuando se habla de creatividad científica, la enorme cantidad de datos disponibles hoy en día le permite a las computadoras evaluar los productos que crean en términos de innovación y calidad”, explica Pinel.
“El hecho de que las computadoras puedan tanto diseñar como evaluar productos para mí significa que están siendo creativas”, señala.
En las competencias entre las máquinas y los humanos, las primeras han estado triunfando en retos insospechados.
En 2011, Watson se midió contra dos de los mejores jugadores de “Jeopardy”, un concurso popular en Estados Unidos en el que les dan a los participantes las respuestas y ellos tienen que adivinar la pregunta.
Watson fue capaz de responder acertijos complicados y matizados sin estar conectada a internet.
Y es cada vez más común encontrar agentes inteligentes artificiales rastreando entre cantidades masivas de datos soluciones para una amplia gama de problemas.
No obstante, la idea de que las computadoras también tengan la capacidad de ser creativas resulta inquietante para algunos.
Con todo y eso, agentes inteligentes artificiales ya han probado que pueden ser artísticos, componiendo música, pintando imágenes e incluso intentando escribir artículos.
Eso ha llevado a la Universidad de la Singularidad –un grupo de tecnólogos de avanzada del parque de investigaciones de la NASA– a predecir que el test de Turing –en el que los computadores se miden con la inteligencia humana– será alcanzado en la década de 2020.
Brad Templeton, de esa institución, no tiene dudas de que las computadoras creativas pronto serán comunes.
“Serán más inteligentes que los seres humanos y parte de ello significará que serán capaces de expresar emociones y ser creativas de la misma manera que nosotros”, le anticipó a la BBC.
Tornar a Watson en un chef es más que un proyecto divertido para IBM. Las recetas de los robots pueden traer beneficios.
“Existe la posibilidad de tener un impacto social en aspectos como el reto de la obesidad o la malnutrición y hambre”, opina Pinel.
Sus recetas podrían ser usadas por fabricantes de comida y cocineros que están tratando de crear platos que satisfagan los variados gustos y preferencias de la gente y que al mismo tiempo sean sanas y ricas en nutrientes.
“Usando tecnologías de creatividad computacional para analizar los compuestos químicos e ingredientes, los profesionales de la alimentación pueden identificar nuevas recetas y combinaciones que no sólo son deliciosas y sanas, sino que también se pueden producir eficientemente”, agrega.
IBM está buscando desesperadamente la forma de obtener ganancias con Watson, así que la computadora cognitiva se mantiene muy ocupada.
Está ayudándoles a los oncólogos a encontrar tratamientos para curar el cáncer en Nueva York y tratando de solucionar los problemas causados por la pobreza y enfermedad en África.
Recientemente, además, IBM abrió el sistema para desarrolladores de aplicaciones.
Aún está por verse si la multinacional tecnológica logrará hacer dinero con la inteligencia artificial pero, respecto a las delicias gastronómicas que Watson pueda llegar a ofrecer, habrá que probar para poder opinar.
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