En noviembre de 1912, un grupo de tres hombres y 16 perros partió de una base remota en el este de la Antártica para explorar una serie de grietas a varios cientos de kilómetros de distancia.
Tres meses más tarde sólo uno de los hombres regresó. Su nombre era Douglas Mawson. Su piel se le estaba despegando y su cabello se caía. Había perdido casi la mitad del peso corporal. Relató lo que Sir Edmund Hillary, uno de los tres primeros montañistas en conquistar el Everest, describió como “la más grande historia de supervivencia en solitario de la exploración polar”.
Un mes después de haber comenzado el viaje, un miembro del equipo -junto con la tienda de campaña, la mayor parte de las provisiones y seis perros- cayeron en una grieta y no fueron vistos nunca más. Mawson y el otro sobreviviente, Xavier Mertz, comenzaron su camino de regreso a la base, sobreviviendo en parte por el consumo de los perros restantes. Después de unas semanas, a Mertz le dieron dolores de estómago y diarrea. Luego, su piel comenzó a despegarse y su pelo se cayó. Murió incontinente y delirante a los pocos días.
Mawson sufrió síntomas similares. “Mis pies me dio un buen susto, porque la capa gruesa de las plantas se separó y la nueva piel debajo era mucho más desgastada y cruda”, contó.
El relato de los síntomas de Mawson es una descripción casi de manual de sobredosis de vitamina A, probablemente por comer hígado de perro. Para un explorador hambriento, comer tan sólo 100 gramos de hígado de pastor husky podría ser una dosis fatal.
Fue el sufrimiento de esos primeros exploradores y marineros lo que motivó los primeros estudios sobre las vitaminas y las enfermedades que se derivaban de sus carencias.
Mawson vivió de forma aceptable hasta la edad de 76, pero en su historia deja una moraleja para nuestros tiempos.
Lo que hemos aprendido acerca de los suplementos de vitaminas es que si se goza de buena salud y un buen nivel de vida, tomar multivitaminas y antioxidantes en altas dosis es malo para la salud.
Las vitaminas son esenciales para la vida y hay gente que se beneficia de suplementos específicos, pero la toma general sin supervisión de píldoras de vitaminas es más que un simple desperdicio de dinero.
A la mayoría de nosotros, en casi todos los casos, nos pueden acortar la vida.
“¡Oh, no!”, deben estar pensando muchos. “¡Gasto mucho dinero comprándolos y lo que dice en el paquete es muy persuasivo. Todo -desde tener pelo hasta la vida sexual- depende de ellas!”.
Quiero entrar en detalle pues ciertamente las firmas que hacen vitaminas no están de acuerdo conmigo. Entonces, ¿por qué creemos que son útiles y por qué las tomamos?
El problema es que todos nos sentimos reconfortados al tomar vitaminas, ya que, en primer lugar, los cuentos de la deficiencia son horribles. En segundo lugar, leemos paquetes de cereales para el desayuno y, en tercer lugar, al doble premio Nobel, Linus Pauling, le gustaba la vitamina C en grandes dosis.
Todo esto es empaquetado por la gente que nos vende vitaminas en cualquier tienda con la más seductora de todas las falacias lógicas: si un poco es bueno, entonces, más debe ser mejor.
Uno aprende los nombres de las vitaminas, sin necesidad de asistir a la escuela de medicina, al leer con cariño todo tipo de paquetes multicolores de cereales para el desayuno con sabores artificiales que se comercializan mediante una combinación de dibujos de animales inverosímiles y leyendas que aseguran ser “enriquecidos con vitaminas y minerales”.
Y hay que decir que el enriquecimiento de los alimentos básicos con vitaminas y minerales ha sido una de las intervenciones más eficaces de salud pública de la historia. Sigue salvando incontables vidas al año en todo el mundo.
La deficiencia de vitamina A aumenta enormemente el riesgo de ceguera y muerte en los niños con sarampión y la diarrea en los países en desarrollo. Por ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda una cantidad muy estricta y advierte que las dosis más altas pueden causar defectos de nacimiento en el embarazo temprano, entre otros problemas.
Así que las vitaminas en algunas circunstancias hacen una gran diferencia en la esperanza de vida, lo que es persuasivo, y la propaganda en el desayuno nos pilla en nuestro estado más vulnerable, haciéndonos creer que nos van a transformar en personas sanas.
Estas cosas contribuyen a la idea generalizada de cuán supersaludables son las vitaminas. Y luego está Linus Pauling.
Independientemente de si ha oído o no hablar de él, Linus Pauling es una gran influencia en la cultura de las vitaminas y nutrientes. Es casi imposible imaginar a alguien con más autoridad y credibilidad. Ganó dos premios Nobel y fue, a todas luces, un buen tipo. Escribió un libro en 1970, diciendo que las altas dosis de vitamina C podrían ser eficaces en la lucha contra la gripe, el cáncer, las enfermedades cardiovasculares, las infecciones y los problemas degenerativos.
Él mismo tomó inmensas cantidades, cientos de veces la cantidad requerida y vivió hasta una edad madura rodeado de muchos bisnietos. Era el sueño de la publicidad para una mega dosis de vitaminas y esto contribuyó al crecimiento de una industria apoyada en la fe de que los suplementos son beneficiosos en casi todas las formas imaginables.
Pero en lugar de creerle a un sólo un hombre, vale la pena mirar los resultados de los estudios que se centran en lo que sucede a las personas que toman estos suplementos durante largos períodos.
Cualquier estudio de forma individual no resulta muy revelador al responder a la pregunta de si los suplementos vitamínicos son buenos para la salud. Son muy densos científicamente y puede ser muy difícil detectar los conflictos de intereses.
Para obtener una respuesta se tiene que recurrir a los llamados “artículos de revisión sistemática”. Ahí es donde los científicos independientes reúnen todos los datos disponibles y vuelven a analizarlos para responder a las grandes preguntas.
Esto es lo que un par de ellos dice:
“No encontramos ninguna evidencia que apoye que los suplementos antioxidantes puedan ayudar a la prevención primaria o secundaria de las enfermedades (de cualquier tipo). El betacaroteno y la vitamina E parecen aumentar la mortalidad, lo mismo que dosis más altas de vitamina A. Los suplementos antioxidantes deben ser considerados como productos medicinales y deben ser sometidos a una evaluación suficiente antes de su comercialización” (Ver referencias más abajo).
Para que quede claro, “aumentar la mortalidad” significa que mata. Estos son poderosos compuestos bioactivos pero no están regulados de la misma manera como medicamentos. No importa lo que piense acerca de la regulación, sin duda debería haber una advertencia en el envase, si existen datos que dicen que son malos para la salud.
La siguiente pregunta es “¿por qué nos hacen daño?”. Es muy difícil desmenuzar los datos, en parte porque las vitaminas son un grupo increíblemente diverso de productos químicos.
Incluiré a lo que la gente normalmente se refiere como minerales bajo el título de vitaminas. Son necesarios en la dieta como socios químicos para las enzimas involucradas en el metabolismo del cuerpo, como producción celular, reparación de tejidos y otros procesos vitales.
Sus funciones se entienden en gran parte por sus las enfermedades debidas a sus carencias, por lo que no sabemos exactamente que hacen o cómo interactúan. Los antioxidantes son un buen ejemplo. Absorben los subproductos del metabolismo llamados radicales libres, muy tóxicos y químicamente reactivos. Estos radicales libres, si no se controlan, pueden causar daños en el ADN y pueden estar relacionados con el cáncer.
Las células están llenas de antioxidantes pero seguramente tomar más sería mejor, ¿cierto? ¿Mantendría a esos radicales causantes del cáncer bajo control? Bueno, por desgracia, el sistema inmunológico del cuerpo lucha contra las infecciones usando radicales libres para matar los bichos. No está claro exactamente qué efecto podría tener sobre esto enormes cantidades de antioxidantes, pero es fácil imaginar que tal vez no sea bueno y podría atraer más infecciones.
La vitamina A está relacionada con el aumento de cáncer de pulmón en los fumadores. El exceso de zinc está vinculado a la reducción de la función inmune. La ingesta excesiva a largo plazo de manganeso está vinculada a trastornos musculares y nerviosos en personas mayores. La niacina en exceso se ha vinculado a daño celular. Y así sucesivamente.
Y se complica aún más cuando se mezcla de todo en una sola tableta. Por ejemplo, diferentes minerales compiten por absorción. Si toma grandes cantidades de calcio, no podrá absorber el hierro. Si se toma una gran cantidad de hierro, no se absorberá el zinc. Si toma vitamina C, va a reducir su nivel de cobre.
Así que no sólo tomar mucho de una cosa no es bueno, es sino que puede causar una reducción peligrosa de otra cosa, aun cuando la esté complementando. Calcular las proporciones óptimas es casi imposible, aunque algunos fabricantes afirman haber trabajado en ello.
Así que, ¿cuándo es que se recomiendan los suplementos? El Instituto Nacional para la Salud y la Excelencia Clínica británico (NICE) recomienda ciertos suplementos para algunos grupos de personas que están en riesgo de deficiencia, como:
El médico de cabecera también puede recomendar suplementos si se necesitan por alguna condición médica. Si decide tomar suplementos, manténgase dentro de lo indicado en la Cantidad Diaria Recomendada, a menos que tenga la guía de un dietista registrado o un nutricionista clínico para superar esa dosis.
Además, no confíe en la ciencia hecha por las personas que están tratando de vendérsela y no asuma que si algo es bueno, más debe ser mejor.
Es como la cerveza. O el café. O los juegos de computadora.
Fuente NHS Choices
Referencias:
Bjelakovic G, Nikolova D, Simonetti RG, Gluud C. Suplementos antioxidantes para la prevención de los cánceres gastrointestinales, de 2004
Bjelakovic G, Nikolova D, Gluud C, los suplementos antioxidantes para prevenir la mortalidad, la Revista de la Asociación Médica de Estados Unidos, 2013
Bjelakovic G, Nikolova D, Gluud LL, Simonetti RG, Gluud C, los suplementos antioxidantes para la prevención de la mortalidad en los participantes sanos y pacientes con diversas enfermedades, Base de Datos Cochrane de Revisiones Sistemáticas 2012.
Contenido relacionado: