Hace algunos años pocos hubieran pensado que el corcho tendría que competir en el mercado del vino con otros tapones, especialmente sintéticos y de rosca, pero la realidad es que las empresas cubren sus necesidades en función del tipo de vino, el mercado de destino y, por supuesto, el coste del producto, y lo que resultaba impensable puede empezar a cobrar cuerpo.
[contextly_sidebar id=”1aac9af22e9659f8939d1c5383c82892″]Parece fuera de toda duda que el corcho es un producto que, al menos, en su gama más alta estará siempre presente en los grandes vinos del mundo. Nadie se imagina un Chäteau Margaux o un Vega Sicilia con otro cierre que no sea el de corcho natural y con la mayor calidad. ¿Pero qué ocurre cuando hablamos de vinos más jóvenes que pueden tener una incidencia por tricoroanisol (TCA), una molécula que contamina el interior del corcho, y también vigas de madera, barricas y hasta jaulones, y que provoca el desagradabilísimo olor a corcho (bouchon)? Ese ha sido y es el debate entre partidiarios y defractores del corcho, en el que hasta los ecologistas han tomado parte en defensa del producto nacido del alcornoque.
Sin estadísticas fiables sobre la incidencia exacta del TCA en el mundo del vino, pero conscientes de que su efecto puede alcanzar desde el Chäteau Pétrus al más modesto vino joven de cooperativa, el Nuevo Mundo hace tiempo que dio el salto y decidió que buena parte de sus vinos iban a salir al mercado con tapones sintéticos o con tapón de rosca o de cristal ya que, en general, compitan con vinos que se consumirán en un máximo de dos o tres años, y consideran que deben tener incidencia cero en TCA y ahorro de costes en el precio.
Y no queda todo ahí, ya que en estos momentos Francia utiliza cierres alternativos al corcho en un 2% de su producción, cantidad que supera Alemania y que se dispara en otros países productores, como Australia, Chile o Estados Unidos.
El corcho es ligero, elástico, con gran capacidad de recuperación, adherente, impermeable a líquidos y gases y con un reducidísimo aporte de oxígeno, además de inerte a nivel químico. Desde el punto de vista estético ha conseguido ser el rey de reyes porque todos los grandes vinos de guarda del mundo lo utilizan. Grandes empresas como Amorim, J. Vigas o Rich Xiberta son iconos del buen hacer.
Pero en el mundo del tapón sintético, la multinacional de Carolina del Norte Nomacorc ofrece regular la cantidad de oxígeno que cada enólogo quiere para sus vinos y ha convencido de ello a los propietarios de cerca de 2500 millones de botellas en 2012, y todo ello sin la amenaza del TCA.
La rosca también es defendida por algunos estudios realizados en la Universidad de Davis (California) que, sin entrar en cuál de los cierres es mejor, sí predican las virtudes de un cierre que no consideran totalmente hermético al paso del oxígeno y que es apgo para muchos vinos jóvenes cuyos consumidores estiman más práctico poder abrirlos en una merienda campestre sin necesidad de un sacacorchos, aunque no haga “pop”.
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El texto anterior froma parte del libro El mundo del vino, de Editorial Larousse quien comparte un fragmento de la publicación con los lectores de Animal Gourmet.
El mundo del vino es un libro que, como su nombre lo indica, aborda la miriada de aspectos involucrados en la creación y consumo de esta deliciosa bebida. Variedades de uvas, maridajes, tipos de botellas, regiones vitivinícolas del mundo, procesos de producción, así las referencias y menciones que se hacen del vino en las diversas disciplinas artísticas.
Sin duda un libro que no debería faltar en la biblioteca personal de los amantes de esta noble bebida.