Honor a quien honor merece. Y se dice fácil pero tener un restaurante en un pueblo de 50 mil habitantes en el Estado de México cuyas puertas se abren solamente dos días a la semana para recibir mayoritariamente a los que viajan de la ciudad de México, Guerrero, Morelia y los alrededores, es un gran mérito.
Los Churros de Valle Bravo es un restaurante representativo de aquel pueblo acuático, boscoso y mágico. En 2014, el icónico lugar cumplirá 27 años de existencia y nos los cuenta con orgullo, y cada vez más canas, Sergio Reyes Román quien no solo lo fundó con la firme creencia de agradar tanto a las familias que visitan Valle de Bravo por periodos, como para los locales que hoy afirman que el lugar es un lugar competente y también una excelente opción por su relación calidad-precio.
Los Churros y las Alcachofas de Valle es un restaurante enfocado a familias grandes y niños y eso lo hace especial. Sergio trabajó durante algunos años en dos de los clásicos restaurantes de Valle de Bravo (Da Ciro y la Taberna del León) y después decidió independizarse para crear un lugar donde los niños tuvieran cabida. Su inquietud por los pequeños siempre se le ha notado y es sin duda un valor muy apreciado por los comensales que se sienten en un ambiente casero, cómodo y relajado.
En 1986 emprendió el viaje de este proyecto rentando la estancia de una casa pequeña en el centro de Valle de Bravo. Con apenas dos mesas y una sencilla barra, el lugar comenzó a tener éxito y decidió rentarle al casero no sólo la estancia de su casa sino también la sala. Tiempo más tarde su cuarto y luego el otro cuarto.
Así pues, y dejando en paz la amable casa que vio nacer el proyecto, se mudó a un espacio más grande que convirtió en el local actual. En este lugar, ahora sí, cabían todos los niños, los papás y los sueños de potenciales dibujantes que no dejaron un espacio en blanco en los manteles de papel de las mesas de madera que, como tradición, son ya las obras de arte que decoran las paredes del lugar.
El menú tan sui generis tiene una explicación. La idea de degustar alcachofas con truchas, con tacos de arrachera, con sushi acompañados por aguas frescas de frutas, surge del gozo de Sergio por compartir no sólo su profesión de técnico agrícola, sino su gran pasión por los ingredientes de calidad y muy frescos. Siembra y cultiva desde hace muchísimos años la mayor parte de los ingredientes que ofrece. Cosecha los hongos de temporada de los bosques húmedos de los alrededores de Valle de Bravo, deliciosas y dulces fresas en Donato Guerra, produce truchas en Amanalco y además es pionero en la siembra de alcachofas en la zona y hoy tiene una importante producción de esta planta cuyos corazones enamoran a cualquiera (y los suyos, más).
Es un placer sentarse a comer unos churros con cajeta y un chocolatito caliente y al mismo tiempo ver entrar grupos de familias viajeras que en la puerta preguntan: “¿es aquí el famoso lugar donde hay que comer alcachofas y churros de Valle de Bravo?”.
Vale la pena darse una vuelta a comer o a cenar temprano en familia y pedirse la obligada alcachofa, una generosa torta (la de milanesa es buenísima) -la especialidad de la casa-, truchas y consentir a los niños con banderillas, hamburguesas o sushi.
El servicio siempre recibe con una cálida sonrisa, los precios no han subido desde hace cuatro años por lo que se gastarán un promedio de 80 a 100 pesos por persona y Sergio, el buen Sergio, estará ahí pendiente de que todos estén contentos, gozosos y asegurándose de que sus comensales se lleven un grato recuerdo de aquel lugar que soñó hace casi 30 años y que hoy vive en plenitud y con la alegría de siempre.
Gracias Sergio por querernos a través del tiempo al padre, la hija y al nieto.