El culpable es conocido como “mal de Panamá”, una enfermedad que casi arrasó con la fruta en los años 50.
Ahora, un rebrote de este agresivo hongo está amenazando las bananas Cavendish, la principal, sino la única, cepa de exportación.
El “mal de Panamá” se ha esparcido entre importantes exportadores de bananas del sudeste asiático, pero incluso hay reportes de que llegó a una plantación relativamente aislada en Medioriente y hasta África.
Gert Kema, experto en patología vegetal de la Universidad de Wageningen, en Holanda, dice que es una noticia preocupante porque las bananas son una fuente de alimentación clave para alrededor de 400 millones de personas.
“Es definitivamente un gran riesgo y una amenaza muy seria, pero en comparación al siglo pasado, hemos desarrollado mucho conocimiento sobre cómo combatir plagas y hongos patógenos”.
“Aunque este hongo es difícil porque nace en la tierra, así que se propaga muy fácilmente con el agua y las partículas de barro, especialmente gracias a los humanos: zapatos sucios, herramientas sucias, ropa, todo eso”, señala el experto, en conversación con la BBC.
Fue la aparición del hongo en una plantación en Jordania lo que hizo saltar las alarmas.”Es un hecho muy serio, porque yo creo que no va a detenerse allí. Si llegó hasta un lugar tan aislado, es sólo cuestión de tiempo que aparezcan los primeros incidentes en África y en América Latina”, opina Kema.
Y no se equivoca: tal como reporta la organización Biodiversity International, el temido hongo fue detectado este año también en Mozambique.
“Eso nos recuerda a todos la última epidemia del mal de Panamá y el tremendo efecto que tuvo en términos de empleo, pérdidas económicas e inseguridad social, así que realmente debemos hacer todo lo que podamos para detener la epidemia”.
El hongo Fusarium oxysporum afectó gravemente a la industria de exportación bananera de América basada en la variedad Gros Michel y causó la desaparición de la mayoría de las plantaciones comerciales en la década de los 50.
De hecho, ha sido la enfermedad más destructiva de las musáceas y está considerada entre las diez enfermedades más importantes en la historia de la agricultura, según un documento del Organismo Internacional Regional de Sanidad Agropecuaria (OIRSA), que incluye países de América Central y el Caribe.
“En América Latina, tanto el banano como el plátano son cultivos que se comen a diario y además se comercializan por grandes productores”, dice a BBC Mundo Alberto Pantoja, de la Oficina Regional para América Latina y el Caribe de la Organización de las Naciones Unidas Para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés).
“Hay mucho temor de que ya sea por equivocación o ya sea que alguna persona traiga material contaminado, que es una de las formas más fáciles en que se propaga esta enfermedad, aparezca en las Américas”.
¿Cómo pueden protegerse entonces países como Brasil, Ecuador y Costa Rica, que se encuentran entre los principales exportadores del mundo?
Según Pantoja, las medidas preventivas –evitar que la enfermedad entre a la zona– son las más eficaces. El costo de las medidas de control que hacen falta una vez que se encuentra un foco de infección es muy alto, especialmente para los pequeños productores.
“La FAO está tratando a nivel regional tener un programa de contigencia que permita de manera rápida –en caso de que apareciera la plaga– detectar, reaccionar a la situación, pues se puede evitar la propagación si se detecta a tiempo”, dice el experto en protección vegetal de la FAO.
A raíz de aquella letal epidemia en los años 50, se reemplazó la variedad Gros Michel por otras versiones de bananas resistentes del subgrupo Cavendish.
A diferencia de otras frutas, en el caso de las bananas sólo se exportan versiones de la Cavendish, originaria de China y Vietnam. Por eso, una enfermedad como la de Panamá supone una amenaza para el abastecimiento global de bananos.
“El comercio de exportación es básicamente de un sólo un clon, clones de Cavendish, pero hay otros muchos cultivos de bananas que se venden localmente y no son apropiados para el transporte internacional, ya que son muy sensibles a las contusiones”, explica Kema.
“La gente se ha acostumbrado a un sabor específico y hoy día se hace difícil a las empresas cambiar ese tipo de variedad por las caracterísitcas de comercialización: es fácil moverlo, madura bien, tiene buen sabor, tiene buena apariencia, es fácil de cultivarlo en el campo”, dice Pantoja a BBC Mundo.
“Sí hay variedades que tienen resistencia ante otras plagas, pero no tienen las características físicas, organolépticas, que tiene el producto Cavendish”, añade el oficial de la FAO.
Por su parte, Gert Kema cree que las herramientas genéticas pueden ser de gran ayuda.
“El genoma de la banana fue secuenciado el año pasado, también se secuenció el de la mayoría de las enfermedades, y eso tendrá un gran impacto en el cultivo en general, tanto si es clásico como genéticamente modificado”, dice el experto en patología vegetal.
“Personalmente yo creo que la modificación genética es definitivamente una opción viable, porque hay mucha resistencia sobre las bananas silvestres. No podemos comerlas porque están llenas de semillas, y eso no nos gusta, pero hay muchas características buenas que podemos identificar, mapear y clonar, y a través de la ingeniería genética, llegar a una banana que podamos cultivar y satisfacer la demanda del mercado ahora mismo”.
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