Bajo el sello de “La Patrona”, se suman tres etiquetas a la lista de las cervezas artesanales, de las bien hechas y de las que saben muy bien: Sta. Juliana, Sta. Olivia y Sta. Lucrecia.
La primera, nuestra favorita, es Sta. Juliana, una Pale Ale belga de espuma con burbujas muy finas, con bastante cuerpo y no obstante es una cerveza clara, tiene sabores afrutados percibibles. Destaca, de acuerdo a sus creadores, por ser turbia pues no está filtrada. Dicha característica es una de las razones que más ha gustado a los consumidores.
En suma, se trata de una cerveza fresca de cuerpo medio.
La Sta. Olivia es punto y aparte. Se trata de una cerveza Stout hecha de avena con cuerpo, cremosa, negra y robusta para los que gustan de beber sabores a malta muy tostada con ciertas notas de café o chocolate, además de que esta, en particular, el componente de avena la hace especial.
Si acaso buscan una cerveza un poco más fuerte y con cuerpo más robusto, sin duda serán devotos de Sta. Lucrecia. Esta es una Barley Wine, de mayor volumen de alcohol y sabor intenso en cuya fabricación se usa más malta, por lo que el sabor es un poco más amargo bien balanceado con toques de miel y uvas pasa.
Dicho sea de paso, esta cerveza se recomienda consumir con alimentos, en especial los asados o al horno, como los que abundan en épocas navideñas para acentuar sus sabores.
Se suman entonces más proyectos de microcervecerías y más cervezas al listado de las artesanales. Hay que probarlas.
En el Distrito Federal se pueden comprar en la tienda de vinos Bacus, y en mercados itinerantes como la República Gastronómica y otros nuevos festivales de cerveza. Si andan por Valle de Bravo se pueden conseguir en Rodavento y en Café El Punto, y en el norte del país, en Tijuana con G. Salinas Vinos. El precio está entre los 60 pesos en tiendas y son botellas de 650 ml que seguramente te dejaran un agradable sabor en la boca.