Servidor, diplomático, un observador de la política internacional y, por si fuera poco, un amante de la comida.
Actualmente Rubén Beltrán es el embajador de México ante la Federación Rusa pero por un momento dejó la mesa de negociaciones para sentarse a compartir con Animal Gourmet sus gustos y los recuerdos que la cocina le evoca pero también para compartir los tragos amargos y la cereza en el pastel de su destacada carrera diplomática.
Así pues, ponemos la mesa y mientras fluye el vino llegan la comida, Rubén Beltrán nos embelesa con su charla:
¿Cuál es su primer referente en la cocina?
A los 5 o 6 años, en casa de mis padres, ayudando a mi mamá en la cocina. Las primeras tareas que recuerdo me ponen limpiando frijoles y lentejas antes de que se pusieran a remojar para después ser cocidos y pelando chícharos.
Después, todavía muy niño, ya me visualizo pelando papas y zanahorias. ¡Qué arroz rojo a la jardinera prepara Amalia! Se llama Adriana, le digo Amalia de cariño
¿Platillo favorito que evoque memorias?
Sin lugar a dudas el Mole de olla. Todo un rito su correcta preparación. Parece tan sencillo: chile ancho, guajillo, una buena fritada con ajo, espinazo con hueso para darle sabor, carne en retazo, ejotes, calabacitas, elote… axiote. Magia pura.
En esa cocina disputé, con el apoyo materno, algunos principios aritméticos de mi niñez. Resultó qué el orden de los factores siempre altera el producto.
¿Restaurante favorito en México?
En el DF: Estoril, Rosetta, Bonito, El Cardenal, Mero Toro, Los Panchos, Azul Histórico, Trattoria Romina y un largo etcétera. En Guadalajara: i latina y Tortas Toño. En Yucatán, el restaurante de la Hacienda Xcanatún
Cuando viaja, ¿cómo es su experiencia gastronómica, va a mercados?
Además de las fuentes tradicionales para hacerme de información, el conserje del hotel, amigos lugareños, o mexicanos, SIEMPRE pregunto a los taxistas sobre mercados o comederos públicos. Además camino, camino, camino y confío en mi olfato y ojo.
¿La mejor cocinera o cocinero, no chef, del mundo?
Mi profesión y mi condición me aconsejan silencio. Paso.
¿Frito o a la plancha?
Soy autocrítico y sostengo que ya fue bastante mayorcito que descubrí las virtudes de la plancha. Lo anterior, sin embargo, no quiere decir los salmonetes no me gusten fritos y que cuando se me antojan unos huevos fritos con puntilla escatime el aceite de oliva o que en lugar de unos huevos rancheros preparados como aconseja la gente, corra a preparar unos huevos poché. Sí a los Benedict, pero también me gusta cómo me quedan los huevos con machaca.
¿Cocinar o comer?
Cocinar, servir, atender y comer, compartir
De entre sus múltiples giras, ¿qué es lo más raro que ha comido?
No son giras, ni múltiples, pero la carne de oso encabeza la lista.
¿Dulce o salado?
Salado.
¿Mejor restaurante para la “grilla”?
Dos, me cuentan: El Cardenal, de Avenida Juárez, y los desayunos del Four Seasons en Reforma.
¿Qué relación encuentra entre la política y la comida?
Durante las comidas se enmiendan yerros, se refuerzan alianzas y se tienden puentes. Invitando a comer se halaga, es un toque de respeto al ala del sombrero propio, un saludo, pues.
En política, un desayuno, una comida en un lugar público son puestas en escena en busca de fotógrafos o columnistas. Son, definitivamente, vitrinas. Son invitaciones públicas al baile. A los políticos les gusta danzar en público.
Comparado con el grado de cocción de una carne, ¿cómo esta la democracia en México?
En su jugo.
¿A qué le sabe la reforma fiscal?
Al caldo “levanta muertos” que el paciente tiene que tomar, aunque no tenga apetito, si es que quiere sanar.
¿El plato más amargo en la política es?
El que se come frío, tarde y solo.
¿Es cierto que en la política hay que comer sapos y seguir sonriendo?
No. El chiste, la gracia verdadera es cuando el político le hace gestos al sapo, lo ingiere a pesar del asco y con un gesto galante, hasta con humor, le da a entender al adversario, contrincante o al “amigo” agresor, que la ingesta forzada se hace como demostración de generosidad, de amistad, de fuerza o de que se posee algún tipo de inmunización contra batracios venenosos. Hay muchos.
¿El postre de su vida política?
¿Fue? ¿Qué saben?
¿En la política se come solo o acompañado?
Siempre se come acompañado. Los alimentos, a veces, es preferible tomarlos a solas.
¿Cuál ha sido su trago más amargo en la diplomacia?
El fracaso de las perspectivas de una reforma migratoria en Estados Unidos a raíz de los atentados del 11 de septiembre de 2001.