No hay Día de Muertos sin calavera de azúcar, el elemento decorativo de los tradicionales altares que, también, es comestible. ¿Cómo y cuándo comenzaron a formar parte de la tradición?
En la antigua Mesoamérica la muerte unicamente concluía una etapa de vida que iniciaba a otro nivel y por ello los cráneos se conservaban y mostraban como un triunfo en los rituales que simbolizaban el fin de ese ciclo.
Como muchas otras prácticas locales, cuando llegaron los españoles a tierras americanas y a pueblos mesoamericanos este tipo de rituales fueron prohibidos pues eran contrarios a las creencias y filosofía católica. Sin embargo, ante la resistencia de los pueblos indígenas de eliminarlos, algunos de ellos fueron sustituidos por otros que a los ojos de los conquistadores eran “más amables”. Así nacieron las calaveritas de azúcar.
Estos dulces son resultado del alfeñique, una técnica que procedente del Viejo Continente, en la que se formaba una pasta moldeable caramelo o confitura con base en azúcar pura de caña.
La tradicional calaverita de azúcar se elabora con azúcar, un poco de limón para formar una masa líquida y se vacía en un molde que hoy ya es fácil de conseguir para darle forma de cráneo.
Para decorarla se dibujan los clásicos anillos en los ojos, los espirales y grecas en la parte superior del cráneo y la sonrisa eterna, con azúcar glass con colorantes vegetales. Desde luego no puede faltar, en la frente de las calaveritas, el nombre de la persona a la que está destinada sobre papeles aluminio de brillantes colores.
Hoy, además la tradicional receta de azúcar, las calaveritas se elaboran también con amaranto o hasta con sofisticados chocolates, y el alfeñique es trabajado de manera distinta dependiendo de la región del país, por lo que hay variaciones en el resultado. Por ejemplo, los poblanos añaden cacahuates y pepitas y en el Estado de México se trabajan en ocasiones con pasta de almendras.
Durante octubre no hay mercado que no tenga puestos especiales con calaveritas a la venta, pero para quienes gusten animarse, también se pueden elaborar de forma casera. Sólo se necesita conseguir los moldes en forma de cráneo que puedes encontrar en tiendas de material prima; acá les compartimos la receta.
Colocar en un recipiente el agua y el azúcar y mover hasta que el azúcar se disuelva. Hervir 15 minutos, retirar del fuego y batir la mezcla hasta que cambie de color a blanco.
Los moldes de calavera se unen con ligas y se rellenan con la mezcla a través del orificio que tienen. Hay que esperar entonces a que los moldes estén tibios y el azúcar por dentro haya cuajado para quitar las ligas y retirar con cuidado los moldes.
Para el decorado, se baten las dos claras de huevo, se les agrega el azúcar glass y unas gotas de limón hasta formar una pasta suave y uniforme. Esta mezcla se colorea con unas gotas de colorante vegetal y se llenan las duyas con cada color para adornar la calaverita con esta mezcla y con recortes de papel estaño para los nombres.