“Cuando se habla de otro tema diferente al narcotráfico, pensar en Colombia es hablar de café (…) Para un colombiano, el café representa la historia, la cultura y la tradición”, dice Andrés Cano, secretario de Productividad y Competitividad de Antioquia, departamento que ya tiene un reto: producir el mejor café del mundo.
Sí, el café es una parte fundamental de la cultura colombiana. Se despierta con un “tinto”, se toma una tacita alrededor de las 2 de la tarde, otra más a las 6 para acompañar una conversación…
La cosa es que, según Andrés Cano y aunque los extranjeros no lo crean, Colombia es un país muy bueno para producir cantidades de café, pero no de calidad para el consumo interno. Por ello Antioquia decidió empezar a producir los mejores cafés especiales del mundo con el objetivo de seducir a consumidores sofisticados en su territorio y en otras partes del mundo.
La diferencia entre un café tradicional y uno especial, explica Cano, es que poseen características organolépticas diferentes, es decir, su sabor, textura, olor y color son distintas porque el segundo tipo es cultivado en terrenos diferentes, con mejores abonos y condiciones tecnoproductivas.
En Colombia, cerca de 800 mil personas viven del cultivo de café, y Antioquia –departamento que alberga la ciudad de Medellín, donde se llevó a cabo el festival gastronómico Maridaje 2013- cuenta con unas 93 mil familias cafeteras que contribuyen con el 16% de la producción total en el país. Sin embargo, lo que Colombia exporta, según Cano, es café en pepita, “sin capacidad de generación de valor”.
Así, la secretaría de Productividad y Competitividad de Antioquia decidió unirse con familias cafeteras, entidades públicas, privadas y académicas para empezar un proyecto que impulse la creación de cafés especiales colombianos de la mano de los jóvenes que ya viven en familias de tradición cafetera.
El proyecto “Antioquia origen de cafés especiales” busca que “los jóvenes tengan la capacidad de creer que pueden ser empresarios del campo”.
Según Andrés Cano, el gobierno antioqueño trabaja con los jóvenes y las familias cafeteras, brindándoles educación y acceso a las tecnologías, “para que los campesinos tengan una visión de mayor capacidad productiva”.
Uno de estos ejemplos es el caso de Luz Emilia Rojas, quien tiene una finca con 5 mil 260 palos de café en hectárea y media. Cuando su madre murió, Luz Emilia tuvo que decidir entre mudarse a la ciudad o afianzar un proyecto de vida alrededor del cultivo de café.
Cuando se enteró del concepto de cafés especiales, Luz Emilia decidió que su finca los produciría y convenció a sus hijos Guillermo –quien lleva los registros y las cuentas- y José Alberto –el cultivo- de que su futuro estaba en el campo.
En los últimos meses, Luz Emilia y sus hijos asisten a todas las capacitaciones y talleres que brinda el gobierno.
“A los jóvenes que se quieren ir para la ciudad hay que brindarles oportunidades, y esa oportunidad está en el campo. Qué bueno que con estos programas podamos decir: aquí hay opción de vida, y con el café mucho más”, dice Luz Emilia.
Antioquia quiere que el mundo lo conozca como parte importante de la producción de café en Colombia, más allá del eje cafetero que comprende tres departamentos: Caldas, Quindío y Risaralda.
Andrés Cano explica que en estos departamentos la producción de café es muy alta, más no especial.
Según el funcionario, los campesinos que producen café especial en Colombia pueden vender una taza en 2 mil 500 pesos colombianos, es decir, unos 2.5 dólares, mientras que el “tinto” (tradicional) vale 500 pesos, alrededor de medio dólar.
Antioquia también quiere que alrededor del café se genere una cultura similar a la del vino: catarlo, olerlo, sentirlo, hablar de él, crear baristas, catadores.
¿Un cafecito? En el festival gastronómico Maridaje 2013 el Laboratorio de Café nos preparó uno con granos del municipio antioqueño Támesis, frutal, un tanto cítrico y con un toque de almendras.
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