Para conocer una ciudad o un país también se debe mirar y probar, por supuesto, su cocina. La que se desarrolla en restaurantes, sí, pero sobretodo, la que emerge de los hogares y se instala en las calles.
Del centro de convenciones Plaza Mayor, lugar que alberga hasta hoy lunes la cuarta edición de Maridaje 2013 -el festival gastronómico más importante de Medellín, Colombia- hay que tomar el Metroplús para comenzar el recorrido por las calles y sus comidas.
El Metroplús es el sistema de autobuses articulados de Medellín, justo como el Metrobús del Distrito Federal, con la diferencia de que el colombiano conecta directamente con el Metro.
Hay que bajar en la estación Hospital para empezar el día con un jugo del puesto del señor Ricardo León, el cual forma parte del proyecto #MedellínSíSabe, creado por la alcaldía para apoyar a los pequeños y tradicionales establecimientos gastronómicos de la ciudad. No temas y pide tu jugo o licuado del sabor que no encuentres en México, como el de borojo y chontaduro con leche, dos frutas típicas colombianas que juntas semejan al regusto del mamey, y acompáñalo con una arepa huevo (la cortan por la mitad y le meten un huevo frito completo).
Otra opción para desayunar es ir a alguna de las loncherías que pueblan las calles de Medellín donde venden pastel de pollo y todo tipo de arepas: rellenas de queso, de chócolo (son de maíz tierno y más dulce que el común) y con chorizo.
Para el “paisa” –así se les conoce a los habitantes de Antioquia, departamento donde está Medellín- es fundamental desayunar y comer con arepa, así como en México lo hacemos con las tortillas.
Ahora, a caminar hacia el Metro. Este medio de transporte en Medellín va exclusivamente por arriba de la ciudad y la divide en dos. Las diferencias con el Metro del Distrito Federal son muy evidentes. El colombiano es mucho más amplio, no está vandalizado ni sucio. Medellín es la única ciudad de Colombia con este sistema; ni siquiera Bogotá, la capital, lo tiene.
En la estación Acevedo, el Metro conecta directamente con el Metrocable –muy parecido al teleférico-, siempre con el mismo boleto. Éste fue uno de los proyectos bandera del exalcalde de Medellín, Sergio Fajardo (2004-2007), para conectar con el Metro a las zonas más pobres de la ciudad llamadas comunas, que durante los años ochenta y noventa fueron nido de la violencia, delincuencia y el narcotráfico, y que hoy sucede pero de manera más discreta, silenciosa.
Al llegar hasta la Comuna 1, en Santo Domingo, ya se antoja comer. Una buena opción es el restaurante La Mesa de Barrio, el cual es gestionado por la misma gente de la comuna con apoyo de la alcaldía.
Pide un vaso de claro, un agua superespesa de color blanco hecha de maíz que cuando la tomas es como si estuvieras bebiendo tortillas líquidas. Empieza con una “línea amarilla”, un plato que trae una arepita natural con mantequilla, una empanada de carne y una papa rellena. Los colombianos suelen acompañar este tipo de platillos fritos con la salsa hogao, de tomate y cebolla. De pronto le ponen picante, así que no te confíes.
De plato fuerte puede ser una picada, un plato compuesto de carne de res, cerdo y chicharrón, con arepas y plátano frito verde que llaman patacón, y marídalo con una cerveza típica de la región, la Club Colombia.
En Medellín el calor es intenso desde las 9:00 am. Una buena manera de refrescar el paladar es beber un agua helada de lulo, un fruto que no tenemos en México, cuyo color es entre amarillo y verde y tiene un sabor cítrico; o un vaso de guarapo callejero, bebida de caña fermentada, hecha al momento.
Recarga pilas, porque es hora de descubrir el sabor de Colombia en la noche de la mano de un clásico aguardiente antioqueño.
En ciertas partes de Medellín se puede beber en las calles. En el Parque Lleras, por ejemplo. Una botella de guaro (como los colombianos le dicen de cariño a esta bebida) es la compañera perfecta para una noche de vallenato en este parque.
El aguardiente antioqueño tiene un sabor dulce, muy anisado, y se toma en shots, nada de mezclarlo con alguna otra bebida.
El guaro es celoso. Si no lo bebes con respeto, el guayabo (la cruda, en colombiano) te hará ver tu suerte. Ahora sí, ¡salud!