Si tuviésemos que describir el efecto que tienen los platillos en los comensales, y las sensaciones que les producen, podríamos decir que el fondue de queso es una preparación que consiente.
Es ideal para una cena romántica a la luz de las velas, para una botana con amigos y es tan fácil de hacer que serán de las recetas que memorices. Esta opción es una muy clásica, una receta de hace más de 20 años cuando la cocina europea comienza a apoderarse de las casas americanas y la entonces conocida, y hoy extinta revista Gourmet, rescataba lo mejor de Julia Child y Jacques Pepin, entre muchos otros cocineros franceses.
¿Para elaborarlo? Si se tiene una cacerola especial para fondue será fantástico, pues tiene la enorme ventaja de que está diseñada para mantener el queso a una temperatura ideal y permanentemente derretido, pero en realidad cualquier otra cacerola y un fuego muy bajo funcionan a la perfección.
Los quesos también pueden variar dependiendo el gusto: el Emmental es muy bueno para el fondue; el toque de Kirsch, un licor alemán cuyo uso es característico en el fondue suizo, la dejamos a su gusto aunque vale la pena probarlo así.
Por supuesto no deben olvida que el pan debe estar crujiente por fuera.
Ingredientes
300 gramos de queso Gruyerè rayado
300 gramos de queso Camembert en cubos
300 mililitros de vino blanco
1 cucharadita de harina
3 cucharaditas de kirsch
Pimienta fresca y nuez moscada
Preparación
En una “fonduera” o cacerola mediana, derretir a fuego muy bajo el queso con el vino, agregar el harina, sazonar con pimienta y nuez moscada (una pizca de cada una).
Servir el fondue idealmente con la flama especial que lo mantenga derretido y caliente, acompañado de cubos de pan y de las brochetas especiales para este clásico suizo, o bien unos tenedores.