Los churros son originarios de España y consisten en una masa a base de harina de trigo, agua, azúcar y sal, que se introduce en un aparato similar a una manga repostera por donde, a presión, nacen unas tiras cilíndricas en forma de estrella que se fríen en aceite. Se comen rellenos, espolvoreados con azúcar o acompañados de chocolate, crema pastelera o cajeta.
Cuenta la leyenda que algunos siglos atrás, los pastores españoles, mientras cuidaban a las ovejas “churras” (raza ovina originaria de Castilla y León en España) en las alturas de las montañas, no tenían mucha alternativa de platillos por lo cual necesitaban idear algo que pudiera elaborarse fácilmente y que fuese cocinado con fuego al aire libre.
Los churros fueron una solución perfecta, su preparación resultó poco complicada y su sabor extremadamente rico. Evidentemente no tenían la forma de estrella que hoy conocemos, más bien eran un estilo de palitos de pan pasados por azúcar y canela. La semejanza a los cuernos de las ovejas y la costumbre del platillo entre encargados de rebaños de ovejas, dieron pie al nombre que actualmente utilizamos para llamar a este postre tan suculento.
Un buen churro no debe ser grasoso a pesar de que para su elaboración debe sumergirse en aceite
Los churros llegaron a América junto con los españoles para abrir su camino en el nuevo continente. Y es así como hoy en día podemos encontrarlos en puestos callejeros, mercados, cafés y restaurantes. Así que en España o en América los churros son de casa.
A pesar de lo común del postre, no es fácil encontrar la hechura perfecta. Tiene su ciencia y técnica. Un buen churro no debe ser grasoso a pesar de que para su elaboración tenga que ser sumergido en aceite. Debe ser crujiente por fuera, suave por dentro y tener un color dorado.
Animal Gourmet quiere saber ¿cuál ha sido el churro más sabroso que se han comido?, ¿dónde lo probaron? y ¿con qué lo acompañan? Aquí abajo en los comentarios nos queremos nutrir de sus reseñas y sus recomendaciones. ¿Nos ayudan?