Entre los mitos y leyendas que habitan en el inconsciente brasileño, uno muy divertido por tener dientes, es el del Viagra Pantaneiro. El caldo de piranha, con supuestos atributos afrodisíacos, es una sopa reconfortante y vigorizante con la que te reciben en la posada del Río Mutum después de un día bajo el sol en la inquieta lancha que recorre los brazos y ramales del río que en época de lluvias se vuelve una inmensa laguna. Estero en el que viven miles de especies de aves y animales entre las que el Tujujú es rey –conocida como la Cigüeña Jaburú, de cuello rojo, cabeza negra y hábitos monógamos (¡hasta en la naturaleza hay incongruencias!)– Pero lo que aquí nos ocupa es una sopa típica de este pantano para cuya elaboración se ocupan entre 10 y 12 piranhas, esos peces dentados que comen carne cruda y que a raíz de la película homónima provocaron la paranoia entre bañistas de agua dulce y salada –¿Cómo olvidar la última escena de la película en la que la plaga de peces llega al mar abierto anunciando la secuela? –
La curiosidad se satisface a menos de 90 kilómetros de la Ciudad de Cuiabá en la provincia de Mato Grosso en Brasil. El espeso caldo preparado con un sofrito de jitomate, cebolla, ajo, cilantro, perejil y pimiento rojo se cocina a fuego lento con la misma paciencia que se debe ejercitar para descubrir la riqueza en aves del esta región llamada Pantanal, conocida en el mundo por su telenovela emblemática, producida por una de las grandes televisoras de Brasil. En estas aguas las piranhas muerden con gran facilidad, yo mismo pesqué once en menos de media hora en un espléndido atardecer en la laguna. Una pequeña caña de carrizo con no más de 3 metros de hilo de nylon, un anzuelo y la habilidad para colocar la carnada de Jamilson, el lanchero que nos llevó, lo hicieron posible. Pero la cadena alimenticia no se interrumpe con una caña de pescar, los cocodrilos esperan sigilosos e impasibles nuestro regreso, cada piranha representa un esfuerzo menos en el caluroso día, bocado fácil, room service que garantiza el movimiento de esas fauces que aterraran al Capitán Garfio. No toda la pesca del día es para los hambrientos y sigilosos “jacarés”, las más grandes son limpiadas, despojadas de espinas y dentadura para que en un caldero se conjure el mítico levanta muertos pantaneiro: el caldo de piranha.
El pescado se cuece con jugo de limão (limón), y con el aceite de oliva se fríen los demás ingredientes. La pócima se licúa y se espesa con harina de mandioca.
Se sirve caliente y al parecer te pone ídem.