¿Si les digo que esta Esperanza, de look urbano y elegante (me recuerda a las tiendas All Saints Spitalfields) es la misma Pastelería Esperanza que hay por toda la ciudad, esa con la “E” de un elefantito y colores chillones lo creerían? Así de espectacular está el nuevo cambio de imagen y el nuevo giro de estas pastelerías de tradición en la ciudad, que ahora, asociadas con Bodegas Alianza, Club del Gourmet y Casa del Agua abren en Moliere 352, un nuevo concepto.
Las Pastelerías Esperanza tienen amplio arraigo en la ciudad. Empezaron en 1975 como un negocio familiar y se extendieron por toda la zona metropolitana. Este nuevo concepto resulta interesante, ya que apostaron simultáneamente por conservar la tradición en los productos, especialmente en el área de pastelería, al tiempo que modernizaron la imagen. Cambio necesario, tomando en consideración la zona donde estaba ubicada la tienda –en el corazón de Polanco, a unas cuadras de Antara- pero a la vez arriesgado, ya que buscan atraer a un nuevo tipo de cliente y competir con la vasta oferta gourmet de la zona: Da Silva, Dumas Gourmet, Jasso Bakery y Artesanos del Dulce, por mencionar sólo algunas de las que se encuentran cercanas.
No es precisamente una tienda gourmet pero tampoco es sólo una panadería/pastelería
No es precisamente una tienda gourmet pero tampoco es sólo una panadería/pastelería. En este nuevo esfuerzo se añadió a la oferta una buena selección de vinos, no muy grande pero que considera todos los rangos de precios, uvas y regiones. Los hay desde Albariño Rias Baixas (español y blanco), de entre 200 y 300 pesos, hasta Viña Pedroza (español y tinto) de más de seis mil pesos. También tiene presencia Casa del Agua, con sus botellas increíbles diseñadas por Héctor Esrawe y que hasta hace poco sólo podían encontrarse en su fábrica de la colonia Roma o en algunos restaurantes; una pequeña sección de postres y bocadillos, dos stands pequeñitos de abarrotes, uno con productos de Mónica Patiño, así como otro con aceites y mermeladas y –dentro de la sección de vinos y licores, con el surtido tradicional– hay también algunos quesos y charcutería empacada al alto vacío.
El pan sigue siendo el elemento central de la tienda y es tan bueno como siempre, aunque ahora con una mejor selección: salado rústico, de centeno o de arándano con tocino y focaccias que vale la pena probar por su receta tradicional, pan artesanal al fin y al cabo, pero decidieron experimentar con nuevas mezclas como nueces, carnes frías o nuevas especias.
Las baguettes –mi medidor básico para determinar qué tan buena es una panadería- ranquean al sitio en el tercer lugar del “baguettómetro” del DF. O sea, están muy buenas. (La primera es la de la Trattoria de la Casa Nuova y la segunda la de la Bottega Culinaria, por si tenían la curiosidad).
También hay una sección de panes “mexicanos” de mole, de pulque, pan de fiesta y pan de jamaica, este último bastante original, una especie de panquecito pero mucho menos grasoso con arándanos.
A pesar de la cirugía mayor mantuvieron los precios originales
Por último, y vale la pena señalar, a pesar de la cirugía mayor mantuvieron los precios originales. Me sorprendí positivamente cuando pagué por una baguette, un danés (recién hecho), y un pan de jamaica, 26 pesos.
Vale la pena darse una vuelta para conocer de nuevo, comer y comprar en la Esperanza. Sólo el tiempo podrá decir si este giro fue positivo. Por ahora, yo lo saludo. Menikmati.
PD: Se sugiere maridar la lectura de este post con una danesa de chocolate, manzana y canela.
*Abogada e investigadora con dos dueños de sus quincenas: su perro Jorge y la comida.