Aunque con sus obvias diferencias, este platillo está presente en prácticamente todo el mundo. En Francia se interpretan como crepas, en Rusia como blintzes y en Inglaterra no utilizan polvo para hornear como en los hot cakes caseros americanos. Pero todas sus variables son deliciosas.
En Austria se cortan en tiras y se sirve con frutas y jarabes, mientras que en los países nórdicos son delgados pero del diámetro de las manos de un vikingo.
Es más, en algunas regiones de España se hacen con sangre de cerdo. En América Latina existen versiones del pastelillo hechas con harina de maíz y, en Asia, de arroz.
Los hot cakes caseros se encuentran en todo el mundo y no es una sorpresa; lo que se justifica con la evidencia hallada por arqueólogos, que sugiere que los hot cakes existen desde la prehistoria. Esto se debe a su forma de preparación que sólo requiere un sartén o plancha y, rara vez, levadura.
Ahora los ingredientes son básicos y se pueden encontrar sin problema en casa. ¡Prepáralos y desayúnalos!