¿De qué sirve fotografiar casi compulsivamente las comidas y cenas? Para recordar objetivamente cada plato, dice Adam Goldberg, el ingeniero en Sistemas convertido en icono de la crítica gastronómica en redes sociales.
El antaño aficionado al buen comer, y a fotógrafiar cada platillo antes de ingerirlo, se volvió referente obligado del arte culinario en Twitter (@LifeWorthEating) e Instagram (@alifewortheating) y a registrar cada viaje en su blog (www.alifewortheating.com).
Para Goldberg todo comenzó con la búsqueda de la comida perfecta, “aquella en donde el cliente se siente feliz no sólo durante la comida, sino también después de ella”, eje de su ponencia durante el encuentro gastronómico Mesamérica 2013.
“Aquella en donde el cliente se siente feliz no sólo durante la comida, sino también después de ella”
Con el auditorio lleno, y en un perfecto español, el chico nacido en 1984 relató que tras una desastrosa experiencia, en la que su familia se enojó con él por llevarlos a un restaurante de París donde ofrecieron una cena larga y pesada, comenzó a poner atención en la forma de comer y en los menús de degustación de cada restaurante.
Así llegó a la conclusión de que “largo” no es sinónimo de mejor y que los chefs deberían comer su propia comida antes de enfrascarse en la creación del plato perfecto, a costa de un menú “correctamente” enfocado.
Los chefs deberían comer su propia comida antes de enfrascarse en la creación del plato perfecto
Las modas han cambiado. Los hábitos alimenticios son modificados poco a poco y con ellos la alta gastronomía. Hace diez años consumir el menú de los mejores restaurantes del mundo implicaba ingerir 2 mil 500 calorías de una sentada. Ahora en 2013 la tendencia apunta hacia lo nutritivo y saludable. Prueba de ello es que la mayoría de los restaurantes que encabezan la lista de San Pellegrino ofrecen servicios con menos de dicha cantidad de calorías.
Para lograrlo, señaló Adam Goldberg, los cocineros deben enfocarse más en la calidad de los ingredientes y su sabor y no en la cantidad pues aunque se trate de una cena de 25 tiempos debes sentirte bien. La comida perfecta, explicó, debe tener un balance y todos los tiempos deben llevar una intensidad similar.
En el caso de la cocina mexicana esto suena difícil de lograr debido a la intensidad de sabores de muchos platillos y salsas. Sin embargo, “ya se está haciendo en México” dijo Goldberg y para muestra puso a Pujol y Quintonil, restaurantes que han adaptado sus menús mexicanos para seguir esa tendencia saludable.
Goldberg es optimista. Sí, “implica mayor trabajo y dificultad crear un menú así en México, porque hay que reducir porciones y cambiar la forma de comer”, dijo, pero se puede hacer para lograr la comida perfecta.
Cemitas Mary, San Pedro Cholula, Mexico – Making a cemita from Adam Goldberg on Vimeo.
Adam Goldberg (1984), Estados Unidos, bloguero.
Cuando Goldberg tenía 13 años, un amigo de lo invitó a visitar la región de Sichuan, en China, donde descubrió la importancia de los sabores y la textura de los alimentos. A su regreso a Nueva York, comenzó a visitar el barrio de Flushing, cuya pluralidad étnica otorgó a su paladar constantes novedades culinarias, que motivaron su curiosidad gastronómica. Es un apasionado de la buena mesa, aprovechó sus estancias en París y Buenos Aires en 2007 para iniciar el blog que lo ha convertido en una celebridad dentro del mundo de la crítica gastronómica, A Life Worth Eating, en donde Goldberg agrega un toque de informalidad al placer sibarita de conocer el mundo a través de los ingredientes que ofrece.
Por Guillermo Ysusi